Alevoso secuestro en el Mercosur

Editado por Martha Ríos
2016-12-15 15:12:55

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La canciller venezolana Delcy Rodríguez denuncia los sucesos ante la prensa . A su lado, su homólogo de Bolivia, David Choquehuanca. Foto: Twitter

Por Marina Menéndez Quintero

Un vulgar y grosero secuestro del Mercosur, y a mano armada. En eso invita a pensar la irrespetuosa y artera actitud de los cancilleres (y obviamente los presidentes) de Argentina, Paraguay y Brasil, cuando este miércoles impidieron, primero, la entrada de la ministra venezolana del Exterior, Delcy Rodríguez, a la cita que tenía el ente en Buenos Aires, y luego cambiaron el lugar de la reunión, para inhabilitar la posibilidad de su presencia.

En el orden político institucional regional, se han dado en la historia muchas injusticias. Recordemos la expulsión de Cuba de la OEA, en 1962, siguiéndole el juego a la política yanqui de aislamiento que solo México, entonces, desafió (una salida que nos honra y que a la postre ha resultado más bien una fortuna para esta isla). Pero esta manera, que se sale de cualquier diplomacia, creo que no está registrada en los anales de la historia.

La vista de los gendarmes, armados como para enfrentar a un ejército, da cuenta del carácter antidemocrático y hasta abusivo de la fechoría.

No se trata solo de que reprimieran una vez más —o no— a los manifestantes. Es que la Canciller venezolana ha denunciado que resultó ¡golpeada! por un policía, algo inédito e insólito en cualquier lugar y contexto de esta naturaleza.

Venezuela no solo es miembro pleno del Mercosur desde 2012: en el escaso tiempo de su presencia en el mecanismo ha cumplido el 95 por ciento de las exigencias a que esa entidad obliga.

Pero de nada valen los índices ni los cumplimientos o no de Caracas, porque el alegado desconocimiento venezolano de las normativas del Mercosur es un endeble ardid con que los ministros del Exterior de las naciones mencionadas quieren excluir a Venezuela que, además, ocupa la presidencia pro témpore.

El asunto no es técnico, es político, y lo que está en la mira no es solamente añadir otra punta de lanza contra la Venezuela bolivariana: se busca azuzar la desintegración latinoamericana, objetivo en el que deben enmarcarse los ataques derechistas de adentro y de afuera contra la República Bolivariana, y el forzado cambio de gobierno que tuvo lugar en Brasil después de la también alevosa democión, mediante un muy objetable impeachment, de Dilma Rousseff.

Aunque el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, ha declarado a su par Nicolás Maduro entender el derecho de su país a permanecer en el ente, lo cierto es que al lado de Delcy Rodríguez solo era visible en las transmisiones televisivas su colega de Bolivia, David Choquehuanca.

El hecho de que Argentina, Brasil y Paraguay (junto con Uruguay) sean fundadores del grupo, no les da derecho excluyente en torno a la presencia en el arco de un país que entró cumpliendo todos los parámetros y trámites.

Nacido bajo la óptica estrecha neoliberal de propiciar apenas el mejor (para algunos) «libre» comercio, lo cierto es que las asimetrías entre los llamados fundadores impidió durante mucho tiempo algún avance en el grupo a cuya existencia, la entrada de la Venezuela bolivariana conducida entonces por Hugo Chávez, dio nuevos sentidos, contenidos, y alientos, junto a la presencia de otros presidentes defensores de la unidad regional.

Por el bien de todos, esperemos que la fuerza con que quiere implementarse la salida de Venezuela del Mercosur no resulte. Sería un pésimo precedente. En el plano regional también es necesario demostrar que el derecho existe.

(Tomado del periódico Juventud Rebelde)



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