Por: Roberto Morejón
Cincuenta y cinco años atrás, el 7 de febrero de 1962, se hizo efectiva la Orden Ejecutiva Nº 3447 del presidente estadounidense John F Kennedy que oficializó el bloqueo contra Cuba, una medida hostil vigente, a pesar de los paliativos de los dos últimos años.
La agresividad de la potencia del Norte comenzó desde el triunfo de la Revolución en mil 959, ante las medidas progresivas de Cuba de justicia social y ruptura con los moldes de la pseudorrepública.
No obstante, Washington adujo entre otras alegaciones para establecer el bloqueo el estrechamiento de relaciones de Cuba con la Unión Soviética, las nacionalizaciones y el rumbo socialista del proceso encabezado por Fidel Castro.
La Orden Ejecutiva de Kennedy NO constituyó una decisión aislada sino el clímax de una política cuyo eje era la guerra económica y después contempló acciones armadas, como el ataque por Playa Girón, y de otro corte subversivo.
Entre esos últimos destacan la organización de bandas armadas en macizos montañosos y los intentos de asesinato de dirigentes, incluyendo Fidel Castro.
En los momentos de la rúbrica de Kennedy, la CIA, Agencia Central de Inteligencia, impulsaba un plan de guerra encubierta bajo el apelativo de Operación Mangosta.
Después de aprobar el bloqueo y ponerlo en vigor, Estados Unidos blindó la medida genocida.
Fue así que se dictaron las leyes Torricelli, en mil 992, y Helms Burton, en mil 996, sin olvidar procedimientos no declarados como el espionaje, el terrorismo y la agresión biológica.
Si bien la administración del expresidente Barack Obama admitió el fracaso del bloqueo e introdujo disposiciones con vista a flexibilizarlo, el intento fue insuficiente.
El impacto del bloqueo crece incesantemente y desde su inicio causó daños por encima de los 753 mil millones de dólares, con la educación, la salud, la alimentación y la economía en general como los sectores más afectados.
Así lo evidenció Cuba durante el último periodo de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, donde se aprobó con 191 votos a favor y las abstenciones de Estados Unidos e Israel una resolución que aboga por el cese del cerco.
Por vez primera en 24 años no hubo un solo voto en contra y una vez más se reafirmó el reconocimiento público de la derrota de una estrategia dirigida a privar a Cuba de respaldo.
Ahora, con el cambio presidencial en Estados Unidos, serán vanos los intentos de imponerle a Cuba los patrones de la gran potencia del Norte.
No debe esperarse porque renuncie a sus principios de soberanía y autodeterminación a manera de chantaje para proseguir hacia la normalización de relaciones y eventualmente eliminar el bloqueo, una decisión que corresponde al Congreso de ese país.