Los grandes contrastes de África

Editado por Maite González Martínez
2017-05-11 08:47:51

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Por: Roberto Morejón

Parece una noticia recurrente, pero aun así debería inquietar, porque la hambruna en África persiste sin que las causas desencadenantes tiendan a desaparecer.

Si bien el llamado continente negro es señalado por el poder mediático como un beneficiado de la globalización neoliberal, las alzas del Producto Interno Bruto en varios países no logran ocultar altos niveles de pobreza, desigualdad y falta de inversiones básicas.

Con las huellas visibles del coloniaje, África es terreno propicio para la voracidad de las transnacionales y el Norte industrializado en busca de inmensos recursos naturales, mano de obra barata y exiguas barreras para extraer ganancias.

No obstante, con la caída de los precios de materias primas esenciales como el petróleo, no pocos países con avances económicos comenzaron a tener dificultades y los inversionistas se ahuyentaron.

Entre los más castigados figuran los exportadores de petróleo, como Angola, Gabón y Nigeria. Este último, el país más poblado de la región con 190 millones de habitantes, sufrió el decrecimiento de la producción de crudo en 14 por ciento en 2016, a lo que contribuyeron los sabotajes del grupo terrorista Boko Haram.

Las sequías prolongadas, también acuciantes en Nigeria, contribuyen a las crisis alimentarias de los países africanos, donde escasean asimismo programas para el desarrollo de infraestructuras.

Entonces no asombra el resurgimiento de las hambrunas como en Nigeria, Sudán del Sur y Somalia, los tres países africanos que con Yemen, en Oriente Medio, marcan la pauta en ese negativo fenómeno a nivel mundial.

La FAO, Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, calcula que 37 países, 28 de ellos en África, demandan ayuda alimentaria externa, aunque la totalidad no llega a la clasificación de hambruna.

Muchas de esas naciones tienen contratiempos para acceder a los nutrientes por la persistencia de conflictos civiles, sequías, terrorismo y corrupción.

Sudán del Sur padece oficialmente de hambruna y tiene a casi cinco millones de personas, sobre una población de 11 millones, en situaciones de  mayor complejidad.

Somalia persiste en casi todos los recuentos de los últimos años y tiene el récord adverso de reportar la primera hambruna del siglo veintiuno, en 2011, cuando murieron más de 200 mil personas.

Narraciones de los escasos periodistas occidentales adentrados en la realidad africana destacan la vulnerabilidad alimentaria de la infancia.

Crisis con los nutrientes como esas o de menor magnitud, pero trágicas, deberían atraer la atención de la comunidad internacional, demasiado ocupada en el último twit del presidente estadounidense Donald Trump o los avatares de la realeza británica.



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