Francia busca energía limpia pero...

Editado por Maite González Martínez
2017-07-12 10:06:21

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Central nuclear en Francia. Foto/ elEconomista.es

Por: Guillermo Alvarado

El nuevo gobierno de Francia despertó ilusiones en organizaciones ambientalistas dentro y fuera del país cuando anunció su propósito de aplicar un programa de reconversión energética, lo cual podría implicar el cierre de 17 reactores nucleares de un total de 58 instalados a lo largo y ancho de su territorio continental.

Francia ocupa el segundo lugar en el mundo, después de Estados Unidos, por la cantidad de plantas atómicas desplegadas y es el primero en cuanto a la producción de electricidad por medio de la fisión nuclear, con aproximadamente el 75 por ciento.

Si bien se trata de una industria relativamente limpia respecto a la emisión de gases contaminantes a la atmósfera, genera graves preocupaciones porque un accidente tiene potenciales efectos devastadores, como se demostró en Chernobil, y además debe resolver el espinoso asunto del manejo de los residuos, que siguen emitiendo radiaciones durante cientos, quizás miles, de años después de ser utilizados.

El anuncio hecho por el ministro para la Transición Ecológica, Nicolás Hulót, dista mucho de ser un asunto meramente tecnológico o económico y sus implicaciones alcanzan incluso dimensiones geopolíticas para nada desdeñables.

Muchas voces en Francia y el exterior cuestionan, por ejemplo, la presencia militar del país europeo en África, puntualmente en lugares donde hay importantes reservas de uranio y no pocas críticas se elevan hacia la empresa Areva, encargada de la gestión nuclear gala, por sus métodos durante la exploración y extracción de estos minerales en naciones que fueron antiguas colonias y guardan dependencia respecto a la exmetrópoli.

La reconversión energética no es tema nuevo, pues estuvo en punta de lanza durante la campaña electoral del expresidente François Hollande, quien lo máximo que logró fue promulgar una ley donde se prevé que para 2025 la dependencia del átomo para generar electricidad bajará por lo menos al 50 por ciento.

Ahora el ejecutivo de Enmanuel Macron retoma el desafío en un camino que se ve largo y pedregoso, pero que obligatoriamente debe encarar y no sólo por un compromiso con el cuidado del medio ambiente y la lucha contra el calentamiento global.

Los 17 reactores que se prevé cerrar forman parte de los 23 que arribarán pronto a los 40 años de explotación, considerada su vida límite a menos que se hagan importantes inversiones para prolongar una década, o dos, su trabajo en condiciones de seguridad.

El gobierno debe decidir que va a hacer, si gastar los 45 mil millones de euros necesarios para mantener la tecnología nuclear, o invertir en las llamadas energías limpias, como la eólica y la solar, que de momento no son capaces de sustituir lo generado en las plantas atómicas. Así pues, además de un asunto de voluntad, es una cuestión insoslayable de tiempo.

Hay, además, poderosos intereses en torno al tema atómico, que abarca no sólo los 58 reactores, más uno en construcción, aglutinados en 19 plantas, sino que existen dos mil 500 empresas de distinta índole vinculadas al asunto que generan unos 400 mil empleos.

Francia no renunciará a ser una potencia nuclear. Hoy hablamos del tema civil, pero recordemos que es la tercera fuerza en el planeta desde el punto de vista militar, lo que, dígase lo que se diga, no es harina de otro costal.



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