Boicot estadounidense a órgano especializado de la ONU

Editado por Maite González Martínez
2017-10-13 10:10:31

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Por: Roberto Morejón

El retiro de Estados Unidos de la UNESCO se inscribe en la ofensiva de la administración del presidente Donald Trump contra los organismos y pactos internacionales perfilados a la medida de grupos de países, e incluso de la comunidad internacional, para reformarlos a su capricho.

El secretario norteamericano de Estado, Rex Tillerson, informó sobre la salida de su país de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, escudado en un supuesto rumbo anti-israelí de esa agencia.

Es oportuno destacar que Israel incumple resoluciones de la ONU de condena a la ocupación de territorios palestinos, razón por la que NO debe asombrar que la UNESCO se haga eco de legítimos derechos de ese sufrido pueblo.

Incomprensible resulta que Estados Unidos ataque a la UNESCO por lo que llama línea anti-israelí cuando pretende presentarse como un mediador “efectivo e imparcial” para lograr el regreso a las conversaciones de paz de palestinos y Tel Aviv.

Si bien la partida se hará oficial a fines de 2018, la determinación debe interpretarse como una presión desde ahora a la UNESCO para abandonar raseros y posturas que responden al multilateralismo y se ciña a los intereses de los países ricos, en primer lugar Estados Unidos.

Lo cierto es que Estados Unidos acumula una trayectoria de chantajes a la UNESCO, porque en 2011 canceló los aportes financieros después de una votación en la que incluyó a Palestina como miembro.

En la década de los 80 del siglo pasado, la nación norteña se retiró de la UNESCO por considerarla mal administrada, corrupta y prosoviética.

Con esa conducta discordante, Estados Unidos asesta un rudo golpe a objetivos loables de la UNESCO como la conservación del patrimonio mundial, la mejora de la educación en el mundo y el enfoque particular a niñas de países pobres.

Para Israel, que con rapidez imitó a su aliado estadounidense, constituye un contrasentido alegar que la UNESCO la discrimina cuando en realidad impulsó proyectos educativos sobre el Holocausto.

Claro, NO se concibe una política exterior del régimen de Tel Aviv divorciada de Washington, como cuando lo respalda en las votaciones en la Asamblea General de la ONU para demandar el fin del bloqueo contra Cuba.

Dado ese contubernio, Israel tiene que afrontar las críticas por la partida de ambos Estados de la UNESCO, una agencia que tanto tiene por hacer a favor de la cultura y la educación.

Tel Aviv será cuestionada como Donald Trump, experto en desentenderse de acuerdos, pactos y compromisos suscritos por su propio país.

El más controvertido de todos fue la decisión de sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre cambio climático, suficiente para incomodar hasta a los propios aliados europeos.



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