Por María Josefina Arce.

El retorno por Estados Unidos, bajo el mandato del presidente Donad Trump, a la hostil política hacia el archipiélago cubano pone en peligro los avances registrados desde que en diciembre de 2014 las dos naciones anunciaran su decisión de iniciar un proceso hacia la normalización de los nexos bilaterales.

En los últimos dos años se ha demostrado que los dos países, como ha reiterado el presidente cubano, Raúl Castro, pueden cooperar y convivir civilizadamente, respetando sus diferencias y promoviendo todo aquello que beneficie a ambos pueblos.

De hecho Cuba y Estados Unidos han suscrito más de dos docenas de memorandos y acuerdos para establecer un efectivo intercambio en diversos aspectos como la lucha contra el narcotráfico, la salud y la protección del medio ambiente.

Aunque en los principales cambios anunciados por Trump en junio pasado y hecho efectivos a principios de este mes, se mantiene por ahora la cooperación ya existente, son muchos los que se preguntan hasta cuándo, dado que las nuevas medidas eliminan los intercambios educacionales pueblo a pueblo a título individual y establecen una mayor fiscalización de los viajeros estadounidenses a Cuba.

Sería lamentable que la irracional política norteamericana afectara la cooperación que poco a poco se ha ido forjando y que en áreas como la salud pueden tener un gran impacto en la población de los dos países.

En la actualidad por ejemplo, cuatro profesionales cubanos de la salud trabajan en la ciudad de Chicago, en la comunidad de Englewood, predominantemente negra, donde la mayoría de los hogares están encabezados por mujeres solteras.

Los médicos cubanos se han reunido con líderes de la comunidad, incluidos funcionarios y grupos sin fines de lucro, con quienes, partiendo de su experiencia en la Mayor de las Antillas, han analizado cómo brindar atención médica en comunidades con pocos recursos.

Durante el año pasado los profesionales de Cuba e investigadores del Centro contra el Cáncer de la Universidad de Chicago viajaron entre las dos naciones para observar prácticas y compartir ideas.

Este intercambio posibilitó identificar una diferencia clave entre los dos países: los médicos en Estados Unidos no saben tanto sobre la vida familiar y el entorno de sus pacientes, mientras en Cuba, los doctores tienen más información sobre cómo el hogar y el vecindario afectan la salud de las personas.

Otra área que se ha beneficiado de la cooperación bilateral es el de la protección del medio ambiente. Especialistas cubanos trabajan junto a sus homólogos estadounidenses en la siembra de coral en los fondos marinos y de esa forma repoblar sus valiosos arrecifes dañados por enfermedades o por la acción del hombre.

El proyecto que se desarrolla en el Parque Nacional Guanahacabibes, en la provincia occidental de Pinar del Río, se comenzó a gestar a mediados de 2015, cuando se instalaron los dos primeros viveros con la especie conocida comúnmente como cuerno de ciervo, en peligro crítico.

Tras dos años de seguimiento, en agosto último se plantaron en el fondo marino los primeros fragmentos de coral 'cultivado' en estructuras artificiales.

De acuerdo con los especialistas, la aplicación de esta técnica, que ya se ha empleado con éxito en otros países como Estados Unidos, México o República Dominicana, puede ser de mucha utilidad en la conservación de la especie, y a más largo plazo, para la restauración de los arrecifes.

Paso a paso ha ido avanzado la colaboración entre Cuba y Estados Unidos, que ahora se ve amenazada por el retorno a una política obsoleta e irracional que a lo largo de los años ha evidenciado su total fracaso.