En la Plaza de la Revolución: Fidel en la frente de Dagna y los ojos tristes de Tin

Editado por Maria Calvo
2016-11-29 10:56:25

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por  Paquita Armas Fonseca

De nuevo las lágrimas acuden  a mis ojos. La cara de Tin está en el televisor. Sus ojos son muestra del llanto derramado. Ha muerto su segundo padre, el primero lo perdió el 6 de octubre de 1976,  cuando explotaron el avión de Barbados, aquel crimen aún impune.

Claro que hablo de Carlos Alberto Cremata, el hombre que parió colmenas y colmenitas para  Cuba y otros lugares. Y de Muma, la maestra de la Colmenita, habla  y no puede seguir, sólo dice “fui una niña feliz”. Dagna,  la pequeña que llamó Fidel en su cumpleaños cuenta que tiene esa foto que todos los días mira. Y se pintó la palabra Fidel en la frente, porque lo lleva en el corazón… es una niña de apenas ocho años.

Luego del cumple 90 que le celebraron, Fidel llamó a Tin para decirle que él quería pedirle un favor: que montara un espectáculo por Abel Santamaría, que sentía que se hablaba poco de él. Y Tin dijo “parece increíble a  los 90 años sigue preocupándose por sus compañeros, como cuando un hombre se cayó al agua, en la travesía del yate Granma hace sesenta años.”

Entonces, en agosto,  cuando le celebró la fiesta a Fidel, escribí:

Ver a Fidel, al caballo, al uno,  en el Carlos Marx, hablando con Nicolás Maduro, sonriendo con  las ocurrencias de tus niños Tin, fue un regalo no sólo para el jovenzuelo de 90 agostos sino para todos los  vivimos orgullosos de habitar este país bajo su signo.

No creo que nuestro gigante podría haber recibido un mejor homenaje que esa nueva creación tuya, Tin.  Tuya y de tus infantes  y tus colaboradores, los que escogieron las imágenes desde que era un muchacho espigado,  luego el joven atractivo, el militar corajudo, el estadista brillante, el amigo atento, el orador carismático, en fin el líder indiscutible de nuestro país y para muchos, el hombre más trascendente del siglo XX en el planeta Tierra.

Fue una hora de emociones crecientes, con las imágenes exactas de fondo y tus niños empezar con nuestro Martí hasta llegar a Fidel. La música  cubana palpitó en cada número, porque tú no puedes hacer otra cosa que derrochar talento.

Brillante, como siempre,  el maestro que contrataste, ese Eusebio tan leal como su apellido, y a Omara la  Portuondo octogenaria, pariendo con su era un corazón a capella  Y Pancho Amat desgranando notas en su tres.

Lograste Tin unir la ternura, la alegría con la sencillez y la calidad en espectáculo que apeló todo el tiempo a nuestros corazones, los de los asistentes al teatro y los que vimos la televisión. El teatro vibró de nuevo con el nombre de dos sílabas  que está  ligado a la historia de Cuba.

Gracias por ese cumpleaños que organizaste con tu colmena y en el  nombre de millones de hombres y mujeres de todos los continentes  para los que ver un segundo a Fidel, es tener un instante más de esa vida tan corta que vivimos en esta tierra, aun patas arriba que siempre recordará al muchacho nacido en Birán, noventa años atrás.

 

 

(Cubasi)



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