México: Sigue la guerra, sigue el error

Editado por Maria Calvo
2016-12-19 13:01:02

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por Arnaldo Musa

A diez años de lanzar al ejército contra el narcotráfico, se vuelve a anunciar en México una nueva y mayor etapa en este aspecto, olvidando que es un problema estructural, con remedio social, de salud y educación y combate a la corrupción.


Mientras los jefes del narcotráfico contemplan tranquilos, muy tranquilos, desde sus disímiles puestos de mando –urbanos y rurales- la intensificación de la guerra militar que el gobierno actual ha declarado aparentemente contra ellos, la nación ha entrado en una locura total con el mayor aumento de víctimas de una política que comenzó hace diez años en este diciembre, y que se estima ha cobrado 150 000 vidas, unas 30 000 reconocidas desde que Enrique Peña Nieto asumió la Presidencia, sin contabilizar la cifra de desaparecidos.
 

Cuando este mandatario llegó al poder, anunció que el problema del narcotráfico requería una solución que entraba en los parámetros educativo y de la salud, pero nada de esto se puso en práctica, y prosiguió la errónea acción iniciada por el anterior presidente, Felipe Calderón, con los trágicos resultados que todos conocen allí y nadie enfrenta oficialmente.
 

Cierto que tiene que ver mucho con la situación mexicana el hecho de ser vecino con Estados Unidos, el país que más drogas consume y que más armas vende en el mundo, pero ese estigma, esa “mala suerte”, no lo es todo, como lo demostró el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, en el que se mostró la colusión entre las autoridades y el crimen organizado.
 

Esa corrupción no se combate y permea todos los estratos de la sociedad, mientras más de ocho millones de jóvenes no estudian ni trabajan y sirven de fuente de “trabajo” para los carteles de la droga, porque no tienen, ni saben, ni comprenden -los adolescentes- a quien acudir.
 

Incluso, muchos mexicanos fueron víctimas de la propaganda sobre las reformas gubernamentales en los primeros momentos de mandato de Peña Nieto, pero esto se convirtió en nuevas formas corruptas para entregar riquezas nacionales a las transnacionales –en forma ilegal ya se hacía en el ramo del petróleo-, lo cual trajo mayor desilusión y, lamentablemente, profundizó la apatía y el dejar hacer, algo muy peligroso para una nación tan importante como México.
 

Esa nación es rica, pese a que casi la mitad de la población es pobre; aumenta el turismo, crecen las industrias y hay un ambiente cultural en el que, incluso, ocurren contrastes. Por ejemplo, la ciudad de Guadalajara es escenario cada año de la feria del libro que algunos consideran la más importante del idioma español, y en las afueras del perímetro donde se desarrolla el evento, pululan los cadáveres.
 

Para el escritor mexicano Élmer Mendoza “no hay que cuidarse de los malos, sino de los que parecen buenos”, y explica que, al haber tantos intereses en juego lo que falta es voluntad política para enfrentar el problema.
 

Quienes "pretenden mantener una fachada honorable y sirven de contacto o de socio al narcotráfico: esas son las gentes que tienen mucho que perder, si se sabe que tienen contacto con el crimen organizado. Por lo tanto, son estas personas las que más amenazan a los periodistas, las que se encargan de proteger desde una sociedad aparentemente institucional al crimen organizado", considera acertadamente.
 

En ese mismo camino, otro intelectual, Juan Villorio, estima que hay zonas donde lo ilícito se vuelve aparentemente lícito, “pero el problema en México es que esto ha alcanzado una escala enorme, entonces el rango de empresarios, militares, policías y políticos coludidos con el crimen organizado es enorme, entonces es muy difícil combatirlo y este es el sector que es más peligroso para quien trata de hacerlo”.
 

Por eso, un intento de solución sería  sanear toda una sociedad en la que existe un problema social más complejo que no ha sido atacado y que no se soluciona con los militares en las calles, intentando capturar a líderes de los carteles.


 

 

 

 

(CubaSí)



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