Una ciudad como La Habana, fundada en noviembre de 1519, tiene sobrados encantos que pueden repletar amplias listas de novedades, atractivos y miradas, en este caso monumentos impactantes.
Obeliscos asociados a hechos y personalidades, muchos de ellos con una belleza sumamente interesante, otros vinculados a pasos cotidianos de los peatones o simplemente ubicados en escenarios a los que otorgan distinción particular.
Se trata de lugares que pueden hacernos detener por algunos momentos, quizás más tiempo, leer tarjas, tomar fotos y disfrutar de unas estructura sumamente atractiva.
Plaza de la Revolución
Este es el lugar más emblemático no solo de La Habana, sino de Cuba, tanto por su significado actual vinculado con la Revolución cubana de 1959, como con sus orígenes.
La Plaza de la Revolución José Martí constituye sitio de singular valor histórico por haber sido escenario de muchos de los principales actos y acontecimientos políticos y culturales de la nación.
En ella y su gran explanada se clausuraron congresos, eventos internacionales, actos de solidaridad, desfiles militares y otros acontecimientos.
Este escenario lo terminaron el 16 de julio de 1961, momento en que se llamó Plaza Cívica.
La idea de su construcción surgió a inicios de la década de 1940, cuando se convocó a un concurso internacional para levantar un monumento a José Martí en esa zona de la capital cubana, donde antaño estuvo la Ermita de los Catalanes.
Con una altura de 112 metros, la torre que distingue a la Plaza de la Revolución constituye el punto más alto de La Habana.
Cuenta con un diámetro total de 78,50 metros. La pirámide, de aproximadamente 28 metros de ancho, posee un elevador interior de 90 metros de recorrido y una escalera de 579 peldaños
En el área de la base del monumento se encuentra el Memorial José Martí, en el cual se leen 79 pensamientos del Héroe Nacional, grabados con letras color oro, distribuidos en cinco salones.
José Martí en el Parque Central
La Estatua de José Martí en el Parque Central de La Habana fue develada el 24 de febrero de 1905 y realizada por el escultor cubano José Vilalta de Saavedra, contratado por la Asociación del Monumento a Martí, encargada de dirigir la construcción de la obra.
Dicha figura, la primera de José Martí en Cuba, fue erigida en el sitio que durante años ocupó la estatua de mármol de Isabel II (bajada de su pedestal el 12 de marzo de 1899).
Fue develada en 1905 en ceremonia que encabezaron el Generalísimo del Ejército Libertador Máximo Gómez y el presidente Tomás Estrada Palma.
El Templete
Sitio primigenio de la fundación de La Habana el 16 de noviembre de 1519, y como dato curioso, recientemente retiraron el árbol de Ceiba que estaba ahí desde los años 60 del pasado siglo, pues siempre se sustituye por una nueva cuando la anterior muere.
La ceiba es célebre entre los habaneros porque la tradición de dar tres vueltas a su alrededor en la noche del 16 de noviembre, fecha en la cual se celebra la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana.
A mediados del siglo XVIII murió la primera ceiba y fue reemplazada varias veces hasta llegar a la retirada recientemente, que sembraron en 1960.
Pero El Templete es el monumento de realce, en su entorno; se trata de un pequeño templo grecorromano erigido en 1828.
Su construcción se debe en la época colonial al coronel Antonio María de la Torre y Cárdenas, bajo los auspicios del capitán general y gobernador Francisco Dionisio Vives y el obispo de La Habana Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa. Ubicado en Baratillo entre O'Reilly y Enna, Plaza de Armas, La Habana Vieja, la edificación es Patrimonio de la Humanidad desde el año 1982, pues allí se ofició debajo de la ceiba.
Las obras culminaron con su inauguración el 19 de marzo de 1828, en homenaje a la reina Josefa Amalia, esposa de Fernando VII.
En su interior se colocaron tres grandes lienzos, que representan una advocación a la primera misa, y el primer cabildo, obras pintadas por el francés Jean Baptiste Vermay.
Monumento al Maine
El Monumento a las víctimas del barco de guerra Maine se inauguró el 8 de marzo de 1925 por el presidente cubano Alfredo Zayas, con la presencia de altos oficiales del ejército y la armada de Estados Unidos.
Se erige muy cerca de las grandes avenidas de Línea y Malecón en honor a los marineros que murieron en la explosión del acorazado Maine en 1898, que sirvió como pretexto a los Estados Unidos para declarar la guerra a España y apoderarse de lo que quedaba de su imperio colonial en América y Asia.
En el pasado su cúpula estaba coronada por un águila imperial que tenía sus alas extendidas en forma vertical, lo cual hizo que un ciclón dañara el monumento, colocándose posteriormente el águila con las alas horizontales.
El 18 de enero de 1961, la Junta de Monumentos, creada por el gobierno revolucionario cubano, acordó la modificación del monumento y como consecuencia de esto se suprimió el águila, los bustos y se realizaron otros cambios como la colocación de una tarja con la siguiente inscripción:
A las víctimas de El Maine que fueron sacrificadas por la voracidad imperialista en su afán de apoderarse de la isla de Cuba. Febrero 1898-Febrero 1961.
Mayor General José Miguel Gómez
Este es sin lugar a dudas uno de los monumentos más bellos de la capital cubana, dedicado al Mayor General José Miguel Gómez, un conjunto escultórico en la Avenida de los Presidentes.
El monumento se inauguró el 18 de mayo de 1936, unos 15 años después del fallecimiento de esa controvertida figura de la escena política cubana del Siglo XX, que alcanzó el grado de Mayor General en la última guerra contra el colonialismo español y presidente de la Isla entre 1909 y 1913.
Los ocho estudiantes de medicina
Este es uno de los obeliscos más sentidos de La Habana y de Cuba, erigido en memoria de los ocho estudiantes de medicina fusilados injustamente en La Habana en 1871.
Se ubica dentro de un parque situado en la Plaza de La Punta, a poca distancia del acceso oeste del túnel de La Habana, en el centro histórico de la ciudad.
Esta obra fue inaugurada en 1890. Los jóvenes habían sido acusados de ultrajar la tumba del periodista español Gonzalo Castañón.
Los inocentes inmolados fueron Alonso Álvarez de la Campa, José de Marcos y Medina, Carlos Augusto de la Torre, Eladio González y Toledo, Pascual Rodríguez y Pérez, Anacleto Bermúdez, Ángel Laborde y Carlos Verdugo.
(PL)