Por María Antonia Medina /ACN
La belleza natural de la Sierra Cristal y los puentes colgantes del municipio de Segundo Frente realzan el paisaje de ese entorno en la oriental provincia de Santiago de Cuba, que comunica poblaciones separadas por ríos.
Originales vías elevadas son de uso obligatorio diariamente por casi 10 mil personas, el 90 por ciento de las cuales vive allí acostumbrada al balanceado movimiento, necesario para salvar obstáculos de zonas montañosas y desafiar el río Mayarí, que franquea siete Consejos Populares de la localidad.
Osmani Rosales, director en funciones de la Empresa Reparadora de Equipos y Mantenimiento Vial (MARVI), en el municipio, manifestó que desde la antigüedad los puentes colgantes se han usado por la humanidad.
Con el paso del tiempo, la introducción y mejora de materiales de la construcción, ese prototipo de pasadero puede soportar el tránsito automotor o del ferrocarril, así fueron en 1970 los de Arroyo Seco, en Mayarí Abajo, y el de Ñongo Beco, del Consejo Popular de San Benito.
Sin embargo, en Segundo Frente predominan los peatonales en la variante de una catenaria formada por numerosos cables de acero, de la que se suspende el tablero de madera o metal del puente mediante tirantes verticales.
Son 12 puentes, unos visibles desde la llegada a la cabecera municipal y de varias dimensiones -tres metros de largo hasta más de 130-, y según la pendiente de la elevación tienen en la base escaleras de tres o seis partes y barreras arquitectónicas para sillas de ruedas, bicicletas o vagones.
Para los que llegan a esas serranías parecen columpios que dan vértigo pero es suceso cotidiano de obreros, estudiantes, campesinos, amas de casas o niños para llegar a escuelas, además de hospitales, consultorio médico de la familia o normales visitas del pintoresco sitio.
Yulia Fuentes, quien nació en esas lomas, dijo que es habitual pasar por el de Pueblo Nuevo que resulta indispensable, porque el desfiladero entre las serranía impide llegar rápido al pueblo y resulta imposible bordearlas; ella lo recorre hasta cinco veces por día.
Impresionante deviene cuando el cauce del río se acerca al entramado de metal a modo de pavimento, entonces el balancín desempeña su mejor rol: No disputar espacio ni quedar rígido, así describen los usuarios el sobresalto del vacío a mitad de la pasarela, y su seguridad.
Asombrosos por su longitud y altura son los ubicados en las zonas de El Manzano y El Macío como túneles en medio de la abrupta vegetación, pero allí los puentes son la comunicación, el camino al andar.
Los vecinos narraron anécdotas en torno a crecidas de ríos y daños del huracán Sandy, en octubre de 2012, cuando entorpecieron carreteras por la caída de árboles y postes y esas vías solucionaron el traslado de mercancías, medicamentos y otros recursos.
Saturnino Sánchez, jefe del taller de mantenimiento, resumió que, independientemente al tamaño o complejidad, en Segundo Frente los puentes son una prueba de la creatividad humana y de la aplicación de las leyes de la Física con un gran efecto económico y geográfico.
Mencionó materiales que mantienen con vida y en plena utilidad ese medio, como vigas, acero, cuerdas, soldaduras para fabricar extensores que estiran cables, procesan pasadores, hacen rondanas, tuercas inmensas y seguras que sujetan, aprietan y quedan adheridas.
Otros beneficios son la flexibilidad bajo vientos severos y terremotos, las personas que viven alejadas coexisten aunque estén en diferentes rumbos, las distancias se hacen más cortas y así resulta más barato, incluso los materiales que se emplean en términos de ingeniería civil.
(Tomado de Cubasí)