por Rachel Morales Hernández y Daniela Oliva Valdés
Esta calle fue construida en el siglo XVI por comerciantes de la zona de la Bahía de La Habana y se extiende desde la Plaza de Armas, sitio donde se fundó la Villa San Cristóbal de La Habana, hasta la Plazuela de Albear, enfrente del famoso bar Floridita, en donde el Premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway solía tomar su daiquirí.
La populosa calle ha tenido numerosos nombres en correspondencia con figuras representativas de las diferentes épocas. En sus inicios fue nombrada Consulado, pues aquí se encontraba la casa donde vivía el representante de la corona española.
A finales del siglo XVI pasó a llamarse calle San Juan, porque desembocaba en el Convento de San Juan de Letrán; luego, hacia inicios del siglo XVII se denominó Calle Obispo o Su Señoría Ilustrísima en honor a Fray Jerónimo de Lara y Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, quienes además de vivir en esta calle, la recorrían todas las mañanas para dar la misa en la Iglesia Parroquial Mayor.
Más tarde, en 1897 tomó el nombre de Weyler, el gobernador de la época, y en 1905 se llamó Francisco Pi y Margall, en honor al presidente del Poder Ejecutivo de la primera República Española. Con los años retomó su tradicional nombre de Obispo.
En la actualidad, la calle es un corredor comercial de gran importancia, acoge muchos negocios por cuenta propia, y es un centro de atractivo para los turistas que desean llevarse la esencia de la cultura cubana.