por Roberto F. Campos
Un panorama de la naturaleza y el cuidado medioambiental lo ponen en el turismo cubano los cayos, con su belleza y su variedad de posibilidades para un descanso activo de cara a la náutica recreativa.
Muchos son los viajeros que prefieren estos sitios e, incluso, se aprecia en tales escenarios una alta repetición de visitantes extranjeros.
Los cayos constituyen un atractivo particularmente especial, debido a que ya se puede decir que aparecen en los primeros lugares del gusto de quienes recorren la Mayor de las Antillas, atestiguan voceros del Ministerio de Turismo.
De cualquier manera, los cayos en Cuba son de un interés sumamente particular expresado tanto en encuestas a los viajeros como por las autoridades del sector.
Jardines del Rey
Jardines del Rey constituye uno de los polos de recreo más atractivos de Cuba sobre, todo para canadienses, británicos y argentinos, debido a sus características naturales y al desarrollo de infraestructura y servicios adecuados a los reclamos del mercado recreativo mundial.
El nombre Jardines del Rey, devenido marca, agrupa a varios cayos con potencial turístico en el archipiélago Sabana-Camagüey, denominación que se debe al español Diego Velázquez, quien entre 1513 y 1514 quiso rendir honores al Rey Fernando el Católico.
Por tanto, ese nombre resultó la denominación oficial de esos lares hasta principios del siglo XX. Lugar solo frecuentado en su momento por carboneros y pescadores con asentamiento temporal, se conformó en lugar ideal para unas vacaciones perfectas.
Fue inmortalizado por el escritor estadounidense Ernest Hemingway en el libro Islas en el Golfo. Se trata de un conjunto de cayos con mucho colorido.
Cayo Coco es el principal eje de la zona, cuyo nombre se debe al pájaro Coco o Ibis del bosque, blanco y de pico curvado.
Pero por el lugar también aparecen los cayos Guillermo y Paredón Grande, incluidos en los planes de desarrollo turístico con una potencialidad de hasta 22 mil habitaciones.
Coco es la cuarta isla en extensión del archipiélago cubano, con 370 kilómetros cuadrados y 22 kilómetros de playa. Cayo Guillermo posee 13 kilómetros cuadrados y casi seis de playas, entre estas El Pilar, con la mayor duna arenosa del Caribe (15 metros de altura).
Cayo Largo del Sur
Este fue en su momento un rincón apartado de Cuba. Dotado de un colorido particular, sus playas y escondrijos significaban espacio digno para el turismo y la protección ambiental.
Como paraíso terrenal, la recreación marinera destapó una moda de visitarlo, privilegio particular que con el tiempo transformó este destino en plaza ideal para viajeros en busca de silencio, intimidad y bellezas naturales.
Ubicado en la porción sur-occidental cubana, tiene historia, magia y un futuro que quieren depararle las autoridades turísticas, sobre todo de parte de elementos como la fotografía sumergida, los paseos y las vacaciones más activas posibles.
Su bautizo se debe a su forma geográfica alargada, como parte del Archipiélago de los Canarreos, en su extremo Este. Es el más grande del grupo de los Jardines y Jardinillos, conocidos en su momento por los exploradores españoles.
Se trata de un escenario muy llano, sin alturas notables, con unos 50 pies sobre el nivel del mar y una superficie de 38 kilómetros cuadrados, con 27 kilómetros en su porción más larga.
Cayo Santa María
En la región centro-norte cubana, constituye la más emblemática propuesta del turismo cubano, moda bien justificada, debido a sus bellezas e infraestructura.
Este escenario completa una serie de nuevas propuestas de las autoridades turísticas del archipiélago cubano, que apuntan más bien a modalidades de recreo vinculadas con la naturaleza, los deportes y la apreciación de las bellezas, en descansos de manera activa.
La belleza de los paisajes cubanos, tienen el valor añadido de una variedad que incluye conocer tradiciones gastronómicas; por ejemplo, la vida de las familias rurales o de los pescadores y comprender de mejor manera la existencia en la isla.
Cayo Santa María constituye uno de los puntos de recreo más sobresalientes, con muchos viajeros repitentes, sobre todo europeos.
Paisaje, infraestructura adecuada y una culinaria que resalta las recetas de la tradición criolla, adecuada a los valores de salud como patrones mundiales, caracterizan a este punto de la nación caribeña.
Si de moda se trata, el turismo también ocupa parte en ello. Sin embargo, apunta más bien a lugares que mucho tienen para exhibir, disfrutar y propiciar el reencuentro, como es el caso de Cayo Santa María.
Se trata de islotes de arenas blancas y aguas sumamente limpias, características que acompañan a otros cayos, no menos famosos, de su derredor como es el caso de Ensenachos y Las Brujas, sugestivos nombres capaces de atraer.
En particular, Cayo Santa María cuenta con 13 kilómetros de largo y dos de ancho, para transformarlo en el más importante del grupo geográfico, con 18 kilómetros cuadrados.
Sus playas alcanzan 11 kilómetros, con nombres significativos como Perla Blanca, Las Caletas, Cañón y Cuatro Puntas.
Es lugar de una infraestructura que permite la combinación del disfrute de la naturaleza con las más modernas comodidades de la mano de hoteles como el Meliá Santa María (cinco estrellas, 361 habitaciones, todo Incluido).
Cayo Las Brujas alcanza 6,7 kilómetros cuadrados, con cuatro kilómetros de largo por 1,9 de ancho, es refugio de flamencos, iguanas, cangrejos y de muchos peces, donde se ubica un aeropuerto de enlace.
Con una imagen y forma de herradura, Cayo Ensenachos posee dos playas ineludibles: Ensenachos y El Mégano, con 22 especies endémicas en cuanto a flora y 39 de la fauna, antaño asentamiento aborigen y perfecto recodo para el descanso.