Jardín Botánico de Holguín, reservorio para la flora cubana

بقلم: Martha Ríos
2017-05-24 15:17:12

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La entidad es una joya de la diversidad florística. Foto: Juan Pablo Carreras/ACN

Por Eileen Molina Fernández

Asentado en áreas del valle de Mayabe, y con más de 50 hectáreas en explotación, el Jardín Botánico de la nororiental provincia cubana de Holguín constituye un reservorio para la conservación de especies endémicas de la flora nacional.

La entidad alberga tesoros invaluables que la convierten en una joya de la diversidad florística, entre ellos el árbol de la salchicha, nativo del cono surafricano; y el framboyán azul, oriundo de Centroamérica.

En esa instalación se encuentran representadas más de 900 especies de plantas, conservadas con características similares a su hábitat, entre ellas el cactus enano, cuyo nombre científico es Escobaria cubensis, y la Flor de Holguín, llamada Euphoria podocarpifolia, variedades propias del territorio.

Árboles frutales y maderables, exponentes de las riquezas florísticas del oriente cubano, integran también las colecciones vivas de ese paraje, que recibe anualmente más de tres mil visitantes.

Mantener la armonía entre el hombre y la naturaleza, es una de las prioridades de los técnicos guías del oasis verde, entre ellos Raima Cantillo, dedicada a varios proyectos para la protección de las variedades florísticas autóctonas de la región oriental.

La actividad de los especialistas en este peculiar centro holguinero se concentra también en proyectos investigativos destinados a identificar el estado de las plantas en su medio natural y el grado de peligro en el que se encuentran.

El macizo montañoso Nipe-Cristal-Sagua-Moa constituye un escenario cotidiano para el estudio y monitoreo constante de las poblaciones endémicas, en lo cual la comunidad desempeña un papel esencial.

Este rincón botánico cuenta con áreas dedicadas al cultivo de bambú y orquídeas, donde se realiza, además, la reproducción de estas especies, con el objetivo de generalizar su uso como ornamento.

Rosas típicas del lugar, junto a amapolas y begonias de distantes parajes como Vietnam y África y curiosos géneros como la malanga monstera deliciosa, completan el atractivo del paraíso natural.

El sitio alberga a su vez una colección de plantas medicinales de Cuba, espacio para promover también las prácticas médicas naturales, reconocidas desde 1978 por la Organización Mundial de la Salud.

Dentro del inmueble se localiza a su vez una selección de plantas muertas y secas de la geografía cubana, las cuales tienen gran importancia para las investigaciones de distribución, localización y estado de conservación de los géneros locales.

Las riquezas florísticas de este paraje son apreciadas cada día por visitantes nacionales y extranjeros, atraídos por los programas de conservación desarrollados en la institución, según refirió Wilder Carmenate, director del emporio florístico.

Países de Europa y Asia, sobresalen entre los que aportan la mayor cantidad de invitados foráneos, cautivados por el verdor y la belleza natural de los más de 14 mil ejemplares presentes en el vergel holguinero.

A la cita con la naturaleza, se suman asimismo estudiantes de las diferentes enseñanzas, como parte de las extensiones para vincular a las nuevas generaciones a los proyectos de protección del entorno y la flora autóctona.

Visitas guiadas, charlas y conferencias sobre el patrimonio natural del oriente cubano, son algunas de las opciones que pueden disfrutar los visitantes del jardín, ubicado a unos cinco kilómetros del centro histórico de la ciudad.

Los especialistas de la institución, perteneciente al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, confieren gran importancia a la protección de los ecosistemas terrestres, sobre todo en la región de Moa, una de las más antiguas de Cuba.

Holguín posee más de 700 especies endémicas, las cuales se caracterizan, en su mayoría, por ser acumuladoras de metales pesados como níquel, hierro, manganeso y plomo, lo cual limita las opciones de reproducirlas fuera de su entorno.

De ahí que el Jardín Botánico sea siempre un laboratorio abierto a la protección del entorno, bajo la conducción de un grupo de trabajadores bien identificados con los valores naturales que les corresponde preservar para las futuras generaciones.

(Tomado de la ACN)



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