Piratas, corsarios y fundación de Matanzas

بقلم: Maite González Martínez
2017-07-19 08:32:17

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Por Wilfredo Alayón (Prensa Latina)

Matanzas, Cuba- Esta ciudad sita en el occidente del país, está construida a la vera de la bahía homónima, un espejo majestuoso de agua de 35 kilómetros cuadrados, reconocida como la más profunda de la mayor de las Antillas.

La ensenada, a 100 kilómetros al este de La Habana, tiene un ancho en su boca de siete kilómetros, sus costas alcanzan un perímetro cercano a los 20 kilómetros, mientras su profundidad máxima supera los 700 metros.

Su geografía y proximidad con la capital de la isla facilitaron que el área acaparara la atención de piratas y corsarios, quienes merodearon por la zona en busca de presas marítimas o para ejercer el contrabando con los pobladores.

Un documentado trabajo de Ercilio Vento, historiador de la urbe, señala que las guerras de España en el siglo XVI y buena parte del XVII, se convirtieron en acicate para que esta región del llamado Nuevo Mundo fuera blanco directo del corso y la piratería.

‘El Caribe era un punto de tránsito obligado para los barcos que llevaban a Europa las riquezas de las tierras descubiertas, de modo que en fecha tan temprana como 1537 se reporta la primera incursión por estos lares’, señala.

Añade Vento que esa irrupción tuvo lugar en 1537, ocasión en la cual una nave conducida por corsarios franceses se paseó por el litoral norte de la ínsula.

Hacia 1570 el gobernador de la isla, Diego Rivera, ordena que se apostaran vigías en el Pan de Matanzas, loma cercana a esta villa y la elevación más alta del territorio provincial.

En realidad la rada matancera era ya visita frecuente de naves corsarias que con el propósito de abastecerse de agua, leña u otra forma de suministros, iniciaron un intercambio con los colonos, explica Vento.

Según el investigador, a los rancheros debió parecerle ventajoso este tipo de contrabando, conocido también como comercio de rescate, por las fuertes trabas al negocio de compraventa introducidas por la Corona.

Ordenanzas reales -abunda- indicaron el traslado de rancheros desde las riberas hacia el interior de la comarca, para impedir la navegación por el San Juan, una de las tres corrientes fluviales que atraviesan Matanzas.

PIET HEYN, EL MAYOR SAQUEADOR

Filibusteros como los legendarios Cornelio Jols, Jacques de Sores, Francis Drake y John Hawkins, estuvieron en el estuario de Matanzas, apunta el historiador.

‘Es cierto que en todos los casos no hubo siempre una buena intención y algún que otro pirata saqueó las estancias del lugar para merma y disgusto de los plantadores’, acota Vento.

Esta situación motivó -agrega- que muchos pobladores, dada la imposibilidad de oponer resistencia al desvalijamiento de sus propiedades, decidieran marcharse definitivamente.

Sin lugar a dudas el capítulo más importante de esta relación fue el que protagonizó el almirante holandés Piet Heyn, el 8 de septiembre de 1628.

Aún no existía la ciudad de Matanzas, la cual fue fundada el 12 de octubre de 1693 por una treintena de familias procedentes de Islas Canarias, con la anuencia del reinado español.

Europa hervía por las rencillas entre España, Inglaterra, Francia y Holanda, por las fabulosas riquezas que españoles y portugueses extraían de sus colonias, acorde con fuentes documentales.

En la fecha de marras de 1628, Heyn comandó la flota de su país en la batalla de la bahía de Matanzas, donde derrotó y capturó las embarcaciones integrantes de la Flota de Indias en su ruta hacia el país ibérico.

Avezado marino, Heyn obtuvo en la operación contra la también llamada Flota de la Plata, ‘uno de los más valiosos botines de toda la historia de la filibustería en Cuba’, precisa Vento.

Para 1653, acorde con estadísticas, se movían en las aguas cercanas a Matanzas más de 20 mil franceses y 10 mil ingleses, lo que hizo al entonces gobernador Juan Xeider proponer a la Corona la fortificación del estuario.

La idea se completa hacia 1681 con la intención de otro gobernante, Joseph Fernández de Córdova y Ponce de León, de añadir al fuerte proyectado una población que, para orgullo de sus naturales, nacería entre ríos.

‘Sin faltar a la verdad histórica puede decirse que, curiosamente sin proponérselo en lo absoluto, un buen impulso para que la ciudad se fundara el décimo mes de 1693, vino de la mano del corso y la piratería’, expone Vento.

‘Y, sobre todo, por las andanzas en las aguas profundas y azules de nuestra bahía’, destaca.

*Corresponsal de Prensa Latina en Matanzas.



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