Por Alina M. Lotti
Dicen que todo lo que toca lo convierte en maravilla. Creía poco en esas palabras hasta que fui descubriendo en Pedro Alberto Luaces Torres sus dotes innatas de artista.
Pinar del Río, su tierra natal, tiene en él y en su proyecto comunitario Fidias dos aliados inseparables, siempre dispuestos a colaborar para hacer de la ciudad un espacio cada vez más bonito y atractivo.
Joven, talentoso, cubano ciento por ciento, y pinareño de corazón y sentimientos, Luaces no escatima cuando se necesitan de sus esfuerzos.
Así se ha involucrado en cada una de las obras previstas para restaurar con vistas a las celebraciones por el Día de la Rebeldía Nacional, el 26 de Julio, y el aniversario 150 del otorgamiento del título de ciudad a la capital pinareña, el próximo 10 de septiembre.
El teatro Milanés, el parque José Martí, el restaurante-cabaré El Criollo, el Museo de Ciencias Naturales, son algunas de las más recientes, donde Fidias ha dejado una huella para bien de la comunidad.
¿Cómo y por qué surgió este proyecto socio-cultural denominado Fidias?
“Nació a partir del nivel de deterioro que tenían las obras de Artes Decorativas y la escasez de restauradores que contaba el país y, de manera particular, esta provincia.
“Aquí venían coleccionistas buscando obras, me vinculé con ellos y empecé a ver que muchas estaban deterioradas. Entonces empezaron a surgirme ideas al respecto, de manera tal que pudiera restaurarlas.
“Comencé muy artesanalmente en la mesa del comedor de mi casa. Luego cuando los coleccionistas me visitaban y veían cómo habían quedado los trabajos se sorprendían. Ellos fueron los primeros en estimularme a que yo continuara esta labor y creara un taller.
“Como no tengo formación artística eso hizo que me preocupara más por el mundo de la restauración. Me vinculé con muchachos que si estaban estudiando especialidades de este tipo y formé un pequeño taller.
Así sumé a varios jóvenes, a quienes les gustaba lo que hacían; pues era un forma de poner en práctica los conocimientos que aprendían en la escuela y, a la vez, se adentraban en un campo que en la academia tocaban muy poco.
“Les resultaba interesante porque había que manipular obras de artistas de la época: esculturas de bronce, mármol, piezas de porcelana. Y a través de los clientes que nos visitaban empecé a adquirír nuevas herramientas de trabajo y a buscar información en catálogos que nos traían del exterior.
“Luego con los propios coleccionistas iba viendo qué ellos querían incorporar a lo que ya tenían. Habían piezas muy deterioradas y entonces tuve la idea de reproducirlas. Después, los propios clientes me decían que si yo era capaz de hacer eso, con tal nivel de exactitud, entonces podía crear otras. Así surgió la idea de incursionar en nuevas líneas de trabajo”.
¿Cuántos años llevas en este quehacer?
“Alrededor de 27, los inicios fueron en la época del llamado período especial, había que buscarse la vida. Por aquel entonces tenía veintipico de años”.
¿Cuándo surge el proyecto?
“En la provincia había un director de Cultura que conocía de nuestra labor. Fue él quien nos propuso crear el proyecto, decía que los conocimientos adquiridos podíamos trasmitirselos a la comunidad, a las nuevas generaciones, fundar una especie de escuela-taller.
“La idea fluyó. Primero me incorporé a la Asociación Cubana de Artistas y Artesanos (ACAA), después al Fondo Cubano de Bienes Culturales como grupo de creación.
"Después surgió la idea de venir para acá —donde estamos hoy—; ya habíamos incrementado las líneas de producción y estábamos buscando espacio y condiciones que se adecuaran más a lo que estábamos haciendo”.
¿Por qué Fidias?
“Trabajábamos con obras antiguas; necesitábamos buscar información y escudriñando en la historia encontramos la obra de Fidias —el escultor griego—, la cual se asemejaba mucho a lo que hacíamos. Entonces, en su memoria, nombramos el proyecto”.
¿No te causa asombro todo lo que has logrado?
“Realmente nunca lo imaginé. Yo quería estudiar Biología marina, pero esa carrera no llegó y entonces me fui por la carrera de Zootecnia veterinaria. Estuve ocho años ejerciendo esa profesión, un poco buscando lo que quería.
“Ya cuando conozco el mundo de las Artes Decorativas, surge el grupo. Conté con muchas personas que me asesoraron. Teníamos una estructura creada y se nos ocurrió la idea de montar talleres de oficios de carpintería, herrería, cerámica. Eso nos permite autofinanciarnos, ser una institución que no sea una carga para el Gobierno o el Estado.
"Por supuesto, sin apartarnos del mundo cultural, del proyecto comunitario. También era una manera de dar un empleo a los artistas y artesanos pinareños, pues la provincia no tiene, en este sentido, un mercado muy fuerte”.
Sin embargo, entre tus sueños no ha estado el irte para La Habana. Otros sí lo han hecho…
“Creo que mi misión está aquí. He creado una estructura y no hay necesidad. Trabajé un tiempo en la capital con Eusebio Leal, en la Quinta de los Molinos, en la Plaza Vieja, pero ves, regresé. En mi terruño me siento muy apoyado por el Gobierno y el Partido, me siento querido. ¿Qué más puedo pedir?”
(Tomado de Cubasí)