El Día de los Fieles Difuntos, en nuestras tradiciones

بقلم: Nuria Barbosa León
2017-10-31 20:18:50

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foto: María Calvo

Por: Guadalupe Yaujar Díaz

Los cementerios en Cuba están llenos de visitantes este 2 de noviembre. La conmemoración a los Fieles Difuntos, acontecimiento anual, que rememora en cierta medida lo que en México y en Hispanoamérica se conoce como “El Día de todos los Muertos”. La fecha convoca a las personas a depositar flores a los familiares conocidos que ya no están en la vida terrenal.

México logró incluir dicha tradición en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad desde el año 2003, por su alcance histórico y su arraigo popular.

Para los cubanos la antigua tradición en la isla se conoce como “El Día de los Fieles Difuntos” y se celebra en nuestro país desde hace siglos.

Esta costumbre cristiana, asentada en diferentes religiones, cultos y culturas, tiene especial trascendencia porque nos conecta de manera espiritual con los seres queridos que ya no están entre nosotros.

En Cuba, ir a la iglesia, al cementerio a rezar o simplemente dejarles velas o flores forma parte de un abanico de actos, bastante generalizados, de recordación a aquellos que no olvidamos.

Se dice que en la mayoría de las culturas este día tienen el objetivo de apaciguar a los fallecidos más recientes que vagan aún por la tierra sin encontrar el lugar de reposo.

Como cualquier otro país del mundo, la Mayor de las Antillas atesora sus propias tradiciones,  asentadas  a través de los siglos y en este ámbito religioso tiene sus costumbres.. 

Conocidas son, por ejemplo, las peregrinaciones anuales a los santuarios del Cobre en Santiago de Cuba o al del Rincón en el sur de La Habana para visitar a la Patrona de Cuba, La Virgen de la Caridad del Cobre o a San Lázaro respectivamente.

Claro que, para algunos cultos religiosos, el Día de los Fieles Difuntos como celebración popular, tiene manifestaciones que incluyen bailes, cantos o comidas entre otras expresiones signos de recordación.

Lamentablemente, para la mayoría de los jóvenes esta efeméride no tiene un sentido de pertenencia que lo asocie con sus raíces culturales.

Algunos con los cuales he conversado, incluso en mi familia, plantean que no gustan, ni visitan siquiera el cementerio y no tienen hábito porque sienten que tienen mucho que vivir por delante. Y es así, aunque nos duela su proceder.

Pero es una lástima, sin embargo, que la tradición se pierda a causa de la rápida vida moderna que vivimos y lo poco que, en materia de cultura e idiosincrasia, trasladamos a los más bisoños de la familia.

Hay que recordar y agradecer a los que nos antecedieron, en pago de todo lo que en vida aportaron a la familia y a la sociedad.

Y precisamente, cuando comento mis notas sobre este Día, no puedo pasar por alto que en los últimos tiempos se ha incrementado la tendencia a utilizar la cremación como un derecho personal y decisión familiar en otros casos.

Sin embargo, la conmemoración de una fecha insertada en nuestras tradiciones, como parte de un rico patrimonio cultural que defendemos, va más allá de consideraciones de tipo religioso o no: seguirá teniendo su mejor expresión entre todos los cubanos.


 


 



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