Cuba trabaja en la protección de su único cocodrilo autóctono

بقلم: María Candela
2018-03-21 22:30:03

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Por Raúl Menchaca

Cuba simula un gigantesco cocodrilo dormido sobre las aguas del Caribe, pero esa imagen simbólica e idílica está amenazada en la realidad por el peligro que se cierne sobre el cocodrilo Rhombifer, un animal endémico de la isla que los científicos tratan de salvar de la extinción.

El Criadero de Cocodrilos de la Ciénaga de Zapata, centro único en el mundo, trabaja desde hace más de medio siglo en la conservación de esa especie y al mismo tiempo en investigaciones que generen suficiente información científica para sustentar el futuro de ese saurio.

La singular estación científica, ubicada a unos 170 kilómetros al sureste de La Habana, nació el 19 de marzo de 1959.

El proyecto nació luego de que el entonces primer ministro Fidel Castro, tras un recorrido en helicóptero por la zona, pidiera al carbonero Kiko Alzugaray, conformar un centro para proteger al cocodrilo con un manejo sostenible y al mismo tiempo dar empleo a campesinos.

Aquellos hombres, que eran casi todos analfabetos, iniciaron un proyecto que de manera empírica requirió la captura y cuidado de cientos de animales, aunque a partir de 1980 se dejaron de traer a la vida en cautiverio.

En la actualidad, en el centro, donde aún trabajan sobrinos y nietos de Alzugaray, hay unos 4.000 cocodrilos Rhombifer sometidos a un proceso de cuidado para la conservación de la especie.

"Hacemos investigaciones que contribuyen a generar información que nos permita manejar a la población de vida libre para la conservación", explicó a Xinhua el veterinario Gustavo Sosa, quien a los 39 años prepara la defensa de su título como doctor en ciencias por la Universidad de La Habana.

En el criadero, donde cada año nacen unos 500 animales de los que el 97 por ciento alcanza la edad adulta, trabajan seis cocodrileros, dos especialistas, un biólogo y un veterinario, quienes se ocupan de todo lo relacionado con la vida de los saurios en cautiverio y en libertad.

Hace dos años, como experimento se puso en libertad un centenar de animales en los Canales de Hanábana, en un punto conocido como Majá Parao, dentro del área de 700 kilómetros cuadrados en la Ciénaga de Zapata, que es el hábitat principal de la especie.

Los investigadores preparan ahora una expedición de una semana a esa zona para comprobar la supervivencia y dispersión de los animales, que cuando fueron liberados medían entre 90 centímetros y 1,6 metros.

"Salimos para un conteo en una de las zonas más importantes donde habita el cocodrilo", señaló Sosa, un apasionado del béisbol, pero sobre todo del fútbol, deporte este último cuya práctica abandonó para dedicarse a la veterinaria.

El trabajo es duro porque el conteo se realiza de manera manual, buscando cada animal en el dédalo de los canales de la ciénaga, algo que esperan mejore con la cooperación internacional, como explicó otro doctor en ciencias en ciernes, el biólogo Ethian Arturo Pérez.

"La más reciente edición del Festival del Cocodrilo que se realiza cada año en La Florida, Estados Unidos, estuvo dedicada a Cuba y se recaudaron unos 50.000 dólares", dijo Pérez.

Con ese dinero se pretende adquirir un moderno sistema satelital de seguimiento de los saurios mediante GPS, aunque el bloqueo impuesto a la isla por Estados Unidos desde hace más de medio siglo complica la compra y envío del material al criadero.

El centro mantiene acuerdos de cooperación con la Asociación de Zoológicos y Acuarios de Estados Unidos y con la Fundación Mohamed Bin Sayed para la conservación de las especies, instituciones que colaboran en las investigaciones de la vida de los cocodrilos.

Aunque es subvencionado por el gobierno cubano, el criadero obtiene ciertos ingresos de las visitas turísticas, además de la venta de productos de un pequeño taller de taxidermia.

Este taller trabaja con los animales enfermos o heridos a partir de un permiso otorgado a la isla en la década de 1980 para la comercialización controlada de la piel de cocodrilo.

El cuidado y conservación de esa especie endémica es muy importante para el país, porque el área en que vive es muy pequeña y cualquier cambio en el hábitat es un riesgo potencial para la supervivencia del Rhombifer, un animal que se parece a la isla donde nació.



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