Por Roberto F. Campos
Las montañas cubanas, aunque no tan elevadas como las de otras partes del mundo, tienen una riqueza especial en cuanto al colorido y tradiciones que los visitantes extranjeros quieren conocer.
Por ejemplo, en la Sierra Maestra, los montañistas que buscan aventuras durante su visita a Cuba encuentran un escenario perfecto para probar suerte y fuerzas, mientras contemplan un paisaje natural muy bien conservado, camino hacia el Pico Turquino.
Esa elevación, el Real del Turquino, constituye el punto más alto de este archipiélago con mil 974 metros sobre el nivel del mar, pero el derredor impacta al viajero por su naturaleza, y las tradiciones de los arrieros y campesinos de la zona.
Precisamente, existe entre montañas un punto de descanso conocido como la Aguada de Joaquín que atesora muchas anécdotas, tanto para los caminantes en sus ascensos como por los alrededores, cargados de historia.
Es una finca ubicada en el intrincado municipio Bartolomé Masó, de la oriental provincia de Granma. La Aguada resulta lo que su nombre indica, una especie de oasis en un lugar donde escasea el agua, mientras en ese predio se puede disfrutar del líquido proveniente de un manantial.
UN CAMINO Y MUCHOS VIAJEROS
La finca tiene dirección en la propia Aguada, la comunidad ecológica de La Platica y Jiménez, una misma área parte del mapa de la cercana provincia de Santiago de Cuba, explican los guías.
Este lugar se compone de dos casas: una para el descanso de los caminantes y otra donde se encuentra la cocina y el comedor, la sala, otro descanso, y en sus áreas proliferan los jardines y varios paneles solares para abastecer magramente de electricidad al lugar.
Muchos de los guías nacieron por tales lares, y en particular en La Aguada laboran 29 personas, entre ellos los 10 del campamento, que deben trasladarse a pie por un sendero engorroso de montaña, de subidas y bajadas de ocho kilómetros que separan del Alto del Naranjo, a donde llegan los vehículos en una inclinada carretera.
El punto más cosmopolita del lugar, por decirlo de algún modo, es la villa Santo Domingo, junto al río Yara. Un lugar bonito con 40 cabañas rústicas de madera, con todas las comodidades para los turistas que diariamente llegan a la región.
Desde allí se va en vehículos todoterreno hasta el Alto del Naranjo, pasando incluso por una vía asfaltada que tiene en un tramo 40 grados de inclinación.
El paisaje es maravilloso desde que comienza el camino, y duro a la vez. De esa abrupta zona salen los guías de montaña que además de capitanear a los caminantes -muchos extranjeros- les explican destalles de la flora, la fauna y la historia del lugar.
Esas personas además tienen la tarea de reforestación, cuidado y protección de los bosques y su enriquecimiento con especies muy importantes como la Sabina, el Sabicú y el Copal.
En esas montañas estuvo la comandancia general del Ejército Rebelde, dirigida por el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, durante la lucha contra el dictador Fulgencio Batista.
Los senderos están bien delimitados, pues cualquiera se pierde por esos lugares. Además existen variadas señales rústicas, bien diseñadas de acuerdo con el entorno, que indican además de las distancias más importantes, los puntos y nombres del camino.
También existe una ruta adicional para los mulos, el único medio de transporte para el lugar, además de las piernas de los parroquianos y campesinos.
El camino es tan difícil que este periodista solo pudo llegar a la Aguada del Joaquín, luego de recorrer esos ocho kilómetros y accidentarse una pierna, y tener que volver al día siguiente por ese mismo camino y distancia de regreso.
Otros 15 expedicionarios, de distintas nacionalidades, subieron al Turquino en la madrugada para llegar al techo de Cuba al amanecer y bajar al mediodía, realizar un frugal almuerzo y luego seguir viaje hasta el Alto del Naranjo, de vuelta a Santo Domingo.
Y se menciona frugal alimentación pues el cansancio resulta tanto que la ingesta es solo para conservar las fuerzas. El cuerpo realmente lo que pide es agua, como la fría y cristalina del manantial cercano a la Aguada de Joaquín.
¿POR QUÉ DE JOAQUÍN?
La zona tiene varios picos cercanos de menor tamaño que el Real del Turquino. La Aguada se encuentra a mil 364 metros sobre el nivel del mar, y desde allí se pueden ver el Turquino, el Suecia, el Joaquín y el Regino.
Toda esta área se corresponde con el Parque Natural del Turquino con una extensión de 23 mil 210 hectáreas y lugares de interés como la Comandancia de la Plata, Santo Domingo y la loma de Sabicú.
En 1914 un botánico sueco, Erik Leonard Ekman (1883-1931), llegó a Cuba. En particular se interesó por el Pico Turquino, y tuvo la ayuda y alojamiento de Joaquín Sánchez Pujol y su esposa, además de otro campesino de la zona llamado Regino.
Joaquín y Regino le guiaron por la sierra y le llevaron al Pico. En agradecimiento, le puso sus nombres a dos elevaciones menores en su derredor, y la montaña más cercana al Turquino se nombra Pico Suecia.
El Pico Joaquín por tanto está a mil 686 metros sobre el nivel del mar y el Regino a mil 696 metros.
En 2010 se develó una tarja en memoria de Ekman en la Casa de Humboldt, en La Habana, como reconocimiento a ese científico que murió joven -en República Dominicana a los 47 años- debido a fiebres contraídas en sus expediciones.
La Aguada por tanto se menciona en las cartas como Ecoalojamiento, pero es mucho más que eso. Resulta punto de reforestación, atención a labores agrarias de montaña, protección de la flora y la fauna, y acompañamiento de aventureros y montañistas.
(Tomado de PL)