Por: Ania María Mulet Fernández
La Habana, 10 oct (RHC) El 10 de octubre de 1868, día en el que Carlos Manuel de Céspedes liberara a sus esclavos y se fuera a la manigua a luchar por la independencia de Cuba, dio luz a la navegación del Atlántico el faro Cabo de Lucrecia, en el municipio holguinero de Banes, una histórica coincidencia que ha trascendido en el tiempo.
Esta singular instalación -ubicada a poco más de 40 metros sobre el nivel del mar y compuesta por una escalera de caracol de 168 peldaños-, emite cada cinco segundos un destello de luz blanca con un alcance geográfico de 42 millas, superior al doble del diseño original que era de 18.
Los primeros pasos para su montaje se iniciaron en febrero de 1858, en una zona intrincada, a unos 20 kilómetros de la referida localidad, pero segura- según expertos de la época-, por sus aguas poco profundas y rodeadas de arrecifes que impedían el acceso a embarcaciones de poco calado.
En aquel entonces el tránsito entre Cabo de Lucrecia y la capital municipal era casi imposible, aun así el agua utilizada en la construcción del fanal fue trasladada desde unos nueve kilómetros, y los herrajes y otros medios necesarios provinieron de Gibara y Holguín, lo cual requirió de una portentosa voluntad por parte de los hombres, la gran mayoría presidiarios, encargados de su levantamiento.
Justo al frente de la imponente torre se encuentra una edificación de forma rectangular, lugar en donde se conservan interesantes elementos del faro como sus datos técnicos y constructivos y algunas fotografías de la instalación en diferentes períodos históricos.
Al faro también llegó la guerra de liberación nacional cubana en diciembre de 1868, a tan solo dos meses y 11 días de haber iniciado sus funciones, fecha en el que fue destruido su equipo de iluminación por los mambises con el objetivo de privar a los españoles de las facilidades de navegación.
Su servicio fue restablecido el 10 de mayo de 1870 y nunca más se detuvo, a pesar de los embates del tiempo y de fenómenos meteorológicos como el demoledor huracán Ike, que tocó a Cuba, precisamente, por ese paraje la noche del siete de septiembre del 2008.
A siglo y medio de existencia, el faro banense, uno de los más importantes de Cuba debido a su privilegiada posición geográfica, continúa emitiendo su luz y sirviendo de guía a las naves que transitan por las aguas de la costa nororiental de la Isla. (Fuente:ACN)