Por Yasel Toledo Garnache
Camino por sus calles, y un frío-caliente recorre mis entrañas de joven orgulloso. Pienso por aquí entraron, aquí cantaron, allá comenzó el incendio… Cada esquina y sus edificaciones más longevas parecen hablar: “Aquí nació…”, aquí vivió…”, “…recibió ayuda”.
¡Oh Bayamo!, ¡cuánta historia en tus esencias de madre grande, en tu alma de ciudad mambisa y antorcha! Hoy cinco de noviembre cumples 505 años de existencia, y tal vez, nunca luciste tan joven y llena de vida como en la actualidad, con miles de personas y sonrisas en tus venas y parques, la satisfacción por lo logrado, estrategias para el desarrollo y anhelos de más conquistas.
Cuentan páginas impresas y digitales que el mayor poblado impulsado por Diego Velázquez y sus hombres en esta zona no estaba donde hoy radica la Ciudad Monumento Nacional, sino en un lugar cercano al río Yara.
Los españoles ya conocían la región desde antes, pues a finales de 1511 y principios de 1512 la recorrieron con el propósito de capturar al cacique Hatuey, líder de una rebelión, y observaron parte de la abundante población aborigen, potencial mano de obra.
Más tarde, las bondades del río Bayamo para la navegación y de las tierras cercanas para los cultivos agrícolas, como yuca, maíz y boniato, atrajeron a muchos.
Poco a poco, la villa alcanzó prosperidad y aquí nacieron hombres de altura tremenda, como Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria; y Francisco Vicente Aguilera, considerado el más rico de aquella época en el oriente de Cuba.
Ellos y otros, como Pedro Felipe Figueredo, autor del Himno Nacional, prefirieron la incomodidad de la manigua y el peligro de los disparos, para conquistar el sueño de una nación libre.
Bayamo, primera capital de la República en Armas, será siempre nostalgias y recuerdos, que conocí primero por libros e historiadores.
La primera plaza denominada de la Revolución en Cuba, el Museo Casa Natal de Céspedes, el estreno del Himno, el incendio por sus habitantes, el parque museo Ñico López, otrora cuartel atacado por jóvenes el 26 de julio de 1953, cuando también fue asaltado el Moncada, en Santiago de Cuba…, constituyen solo algunos componentes del cuerpo e interior de la actual urbe.
En los años recientes, Bayamo, en constante movimiento, ha incorporado joyas como el Museo de Cera, único de su tipo en Cuba; y un boulevard, denominado Paseo General García, que es calificado por muchos como el más hermoso del país.
Entre sus obras más recientes se incluyen la Casa del Pan y la del Queso, el Palacio del Dulce, con gran diversidad de ese demandado producto, y remozados restaurantes y cremerías.
El ir y venir de su gente en el Centro Histórico Urbano, lugar con el manto de lo emblemático, donde se siente la energía de los antepasados y tantos hechos gloriosos, forman escenas singulares.
Tradiciones y modernidad se conjugan en esta urbe de coches y bicicletas, niños sonrientes y madres tranquilas, retos y logros. Más de 230 vehículos tradicionales tirados por caballos circulan aquí, de varios modelos, como Duquesa y Milord.
A pesar de los encantos físicos, lo más bello de la capital granmense es su corazón, que no radica en jardines, en barrios principales ni construcciones. Está en su gente, en su historia, en el amor de sus hijos a la ciudad, a la Patria y a la vida, que son lo mismo, en los enormes pasos a favor del pueblo y su porvenir.