Por: María Antonia Medina Téllez
Santiago de Cuba, 8 nov (RHC) Quien circula por primera vez a lo largo de la Avenida Patria, en Santiago de Cuba, suele sorprenderse al encontrar, en las cercanías de la Fábrica de Cervezas Hatuey, una construcción evidentemente colonial y militar.
El fuerte de Yarayó, se construyó en 1814 en la periferia de la otrora capital de la provincia Oriente, para complementar la defensa contra los ataques desde el mar y enfrentar la posible resistencia interna. Tuvo una presencia significativa en las acciones al oeste de la ciudad durante las contiendas libertarias iniciadas hace 150 años.
Hoy se levanta solitario y restaurado por la vía que conduce al cementerio patrimonial Santa Ifigenia, antes aledaño al río Yarayó, como testigo de los empeños del gobierno colonial español de crear una red de más de un centenar de fortalezas e instalaciones militares de menor cuantía.
Es la única de su tipo que se conserva en el territorio oriental cubano, con una arquitectura modesta en su sencillez, conformada de mampostería y tejas criollas y con una capacidad para 20 hombres sin parque de cañones.
La placa de bronce situada en uno de sus costados marca que fue construido conjuntamente con otros de su clase por el gobierno peninsular para defender a la urbe de los patriotas alzados en armas por la independencia.
Al triunfo de la Revolución en 1959 lo restauraron, conservándose como Monumento y con una emblemática presencia en el lugar en la actualidad.
Su ubicación en la periferia de Santiago, representó un enclave estratégico, aledaño al desaparecido arroyo Yarayó y actualmente en la ruta que traslada a la necrópolis.
En la primera mitad del siglo XX sirvió como vivienda a familias pobres del reparto San Pedrito, en la vecindad de la antigua fortaleza y hoy en proceso de rehabilitación integral. (Fuente: ACN)