Por Luz María Martínez Zelada
Una bella flor conocida por el nombre de Embeleso, se une al árbol del Tamarindo en la identidad de la central ciudad cubana de Santa Clara, ambos por su presencia en el nacimiento de la Villa y más de 300 años en la vida de los pobladores de la urbe.
La planta, que da tan bellos capullos, abundaba en los terrenos donde se fundó el asentamiento el 15 de julio de 1689 y en la actualidad hermosea exteriores de diferentes centros y el Parque Leoncio Vidal, principal plaza de la localidad, sitio de reunión y de esparcimiento de lugareños y visitantes.
De amplia variedad cromática, las flores pueden ser rojizas, blancas, púrpuras, rosas o azules, estas últimas las más abundantes Plumbago es el apelativo científico de la planta, originaria de África y florece todo el año con excepción de los meses invernales, por eso constituye un arbusto decorativo por excelencia en Cuba, donde las temperaturas descienden poco y durante corto tiempo.
El arraigo popular aumentó cuando se decidió que el Embeleso permaneciera a los pies de la escultura de doña Marta Abreu de Estévez, patriota y benefactora de la ciudad, obra inaugurada el 24 de febrero de 1924.
Desde hace 94 años las flores azules se hallan junto a la imagen de bronce, levantada en el parque Leoncio Vidal en homenaje a la excelsa mujer.
La bella presencia del Plumbago en la principal plaza local acrecentó el gusto de los santaclareños por el vegetal que figura en sitios históricos, jardines y patios domésticos.
Una existencia citadina, cada más significativa, muestra su arraigo en esos dominios, arbusto que se cuenta entre los elementos que la identifican, aunque no esté oficialmente reconocido.
Importantes sitios de la historia en Santa Clara exhiben en lugares de preferencia en su jardinería con el Embeleso, como sucede en el Monumento a la acción del descarrilamiento y asalto al Tren Blindado.
La flor con su belleza, plena de simbolismo para los santaclareños, también adorna el parque de Los Mártires y el Complejo Escultórico Ernesto Guevara.
El apego que los lugareños de la central urbe cubana sienten por tal especie, parece que proviene de la característica de permanecer verde todo el año y de su presencia en monumentos históricos.
(Tomado de la ACN)
