La Habana, 1 dic (RHC) Lugar donde se acumula historia, belleza y cultura, el Capitolio de La Habana clasifica hoy de sobremanera en el gusto de los visitantes extranjeros que pasan por esta capital.
Además, en ese lugar se halla un brillante indicador del kilómetro cero de la carretera central del país, símbolo del desarrollo del transporte.
Destinado en sus orígenes al Congreso de la República, en su momento incluso fue sede del Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), cuando en la actualidad pasó a ser sede de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) de Cuba.
El inmueble ocupa una superficie de 388 mil 700 metros cuadrados entre las calles Paseo del Prado, Dragones, Industria y San José, y fue inaugurado el 20 de mayo de 1929.
Precisamente a su alrededor destaca lugares de interés para turistas como es el caso de la Real Fábrica de Tabacos de Partagás, el Parque Central, La Fuente de La India, y el Paseo del Prado o José Martí (en honor al Héroe Nacional Cubano).
Como nota curiosa, su construcción duró tres años, dos meses y días, y las obras fueron dirigidas por el arquitecto Eugenio Raynieri Piedra. En esa edificación participaron ocho mil personas y el valor total llegó a 17 millones de pesos.
Los historiadores recuerdan que hasta finales de los años 50 del pasado siglo funcionaron las Cámaras de Representantes del Senado en ambas alas del edificio.
Cúpula, escalinata y jardines constituyen toda una postal de La Habana. Las dos imágenes en bronce que custodian la entrada principal resultaron obra del italiano Ángelo Zanelli.
La escultura de la izquierda significa el trabajo y la de la derecha la virtud tutelar.
Sin embargo, el interior también asombra a los visitantes, pues luego de ascender los 55 peldaños de la escalinata inicial descubren maravillas.
Aparecen tres grandes puertas, también de bronce, con 10 cuadros de bajorrelieve con la historia nacional representados.
Acto seguido se llega al sitio más conocido mundialmente: El Salón de los Pasos Perdidos, con estilo ecléctico y al centro el brillante que marca el kilómetro cero de las carreteras de Cuba.
En ese mismo salón se encuentra la estatua de la República -también obra de Zanelli- (49 toneladas de peso y 17 metros de altura).
Otros son los encantos añadidos del inmueble como los salones Baire, Bolívar, Baraguá, Yara, Jimaguayú, Martí, el Hemiciclo Camilo Cienfuegos, o las Escaleras del Honor, referencias a celebridades, y sitios de la historia de la Isla y la América.
Adornado con galerías donde se imponen figuras, mármoles, espejos venecianos, maderas preciosas como la caoba, siluetas estilo rococó, a partir del renacimiento italiano o la Francia napoleónica, indudablemente su belleza obliga a la meditación y depara el deseo de emplear algún tiempo para visitarlo.