Historias de linieros luego del tornado en La Habana (+Fotos)

بقلم: Martha Ríos
2019-02-07 17:20:54

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Cuando en el futuro se evoquen las hazañas de los linieros cubanos, se hablará de una entrega plural que engloba a miles.Fotos: Archivo

Por: Lissette Martín López

Desde hace cuatro años, cuando Eriel Nery Martínez sale a trabajar, su esposa Magela lo despide con un beso y le encomienda que se cuide, pues ella y los niños lo esperan de regreso sano.

Más que un encargo de rutina, es un reclamo desde el amor. Y el liniero espirituano bien lo sabe. Aunque acumula casi tres lustros en el oficio, jamás se confía. Sube al poste concentrado, y antes de hacerlo repasa cada paso. Nunca desatiende la faena.

Varias veces había venido a La Habana como integrante de las brigadas procedentes de Santi Spíritus, que, entre otras del país, ayudan desde hace unos años en el programa de rehabilitación diseñado para eliminar la obsolescencia de las redes eléctricas de la capital, que tantas interrupciones, variaciones del voltaje y demás inconvenientes generan.

Pero esta vez su arribo a la ciudad no era para suplir cables viejos por los de estreno, sino para devolverle el servicio a la población afectada tras el tornado.

“Conozco las redes de Pinar del Río, Guantánamo, Santiago de Cuba; también las de Maisí e inclusive las de República Dominicana, pero La Habana no se parece a nada. El sistema de aquí es el americano, y es más difícil de trabajar”, dice, sin esconder su asombro “por tanto destrozo”.

Hace una semana Eriel partió hacia su natal provincia. Atrás quedaron las horas de tensión vividas durante los días –con sus largas noches- que a muchos parecieron interminables mientras se restablecía la electricidad en Diez de Octubre. Pero no olvida palabras y sonrisas de aquellas personas “que cuando les devolvíamos la corriente, me hicieron sentir privilegiado”.

El lunes Magela volverá a despedirlo. Le encomendará todos los cuidados del mundo. Lo mismo allá o aquí, el liniero estará siempre dispuesto cuando se le necesite.

Me habían advertido que los eléctricos de la Perla del Sur son serios, responsables, organizados, bien dispuestos… toda una tropa de alto voltaje. “Será por el afán que ponemos en nuestro trabajo, pero además, cuando uno viene a darlo todo, es así”, sostiene Carlos Daniel Pascual, oriundo de Buena Vista, reparto del mismo Cienfuegos.

Entre los más jóvenes del equipo está Yusmel Rodríguez. Es alto pero su figura sobre lo delgada lo hace parecer mucho más. Se me antoja como una estatuilla. “Nunca creí ver algo parecido; eran las imágenes de un país bombardeado”, evoca.

Danusley Bouza Águila emite criterios que reconfortan a quien le escucha. “La Habana siempre ha sido muy solidaria, y otra vez nos ha hecho sentir bienvenidos”. No faltan elogios para las buenas condiciones en cuanto a la alimentación y en los alojamientos, la garantía de los recursos, el apoyo de las personas. “Ponga ahí que Bouza es El Chucho de Cienfuegos”, sugiere un coterráneo.

En la caliente

Mucho orgullo deberá sentir el instructor Daniel Trápaga. Dos de sus alumnos: Raudel Chirino y Juan Miguel Bejerano, no solo hablan muy bien de quien los formó en el curso de linieros, sino que le demostraron haber aprendido bien sus lecciones.

Por clasificar entre los mejores de la preparación, ambos jóvenes conformaron la brigada de la provincia de Artemisa, una de las ocho de ese territorio, que acompañó a los capitalinos para restañar los severos daños del evento meteorológico del domingo 27 de enero, sobre el servicio eléctrico.

Estuvimos en la caliente y eso nos ha dado tremenda experiencia”, opina el veinteañero Juan Miguel, convencido de su vocación por este trabajo, pese a las objeciones de su madre.

Acordarse de su instructor durante las intensas jornadas no ha sido casual. “Siempre nos dice que sus clases son para graduar linieros bien capacitados, y que tengan como primera ley el cuidado de la vida”, recuerda Raudel.

Cuando en el futuro se evoquen las hazañas de los linieros cubanos, no se hablará con nombres y apellidos, sino de una entrega plural que engloba a miles. Pero para estos muchachos recién iniciados en el oficio, nunca dejarán de ser cinco días en el vórtice de su prueba de fuego. (Tomado de Cubadebate)



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