Por: Gardenia Companioni
La Habana, 4 may (RHC) En una colina de la atractiva localidad de Casablanca, se encuentra el Cristo de La Habana, espectacular y colosal estatua de mármol de Carrara que representa a Jesucristo.
Con 15 metros de altura sobresale otros 79 sobre el nivel del mar, por su pedestal, y estar situada en una zona elevada, y se observa desde cualquier lugar de La Habana Vieja.
Nadie podía imaginar que la desesperación de la primera dama la llevara a prometer erigir un Cristo percibido desde cualquier lugar de la cuidad, si su esposo escapaba con vida del asalto al Palacio Presidencial en marzo de 1957.
El dictador Fulgencio Batista sobrevivió, y lanzó la convocatoria del concurso para diseñar el Cristo de La Habana, siendo elegido el de la joven artista cubana Jilma Madera, quien propuso una escultura con fuerte mirada y la mano en el corazón, diferente a las existentes con los brazos abiertos.
El Cristo que bendijo la Revolución
La escultora Jilma Madera partió a Italia, donde permaneció 2 años para atender cada detalle del proceso de construcción del Cristo.
Tras ser bendecida por el Papa Pío Doce, la obra fue inaugurada en la nochebuena del 58, con la presencia de Fulgencio Batista y su devota esposa. 7 días después triunfa la Revolución, Fidel Castro entra a La Habana y el dictador huye del país.
Existen dos caminos para llegar al Cristo de La Habana: por el ferry o la “lanchita” a Casablanca en la Avenida del Puerto -un viaje de menos de 7 minutos-, y una vez desembarcado, se camina por la carretera cuesta arriba durante unos 10 minutos hasta llegar al monumento.
Se accede a la escultura a través de una escalera de piedra que conecta el pueblo con el mirador. En vehículo solo se tarda 10 minutos en llegar desde el centro histórico. (Fuente: Radio Reloj)