El Cimarrón, más que un monumento

بقلم: María Candela
2019-05-28 15:42:11

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Por: Guadalupe Yaujar Díaz

El fenómeno de la esclavitud, presente en la mayor de Las Antillas durante años, dejó una profunda huella en la sociedad cubana que llega hasta nuestros días de la mano de tradiciones, costumbres y ritos de la religiosidad.

De ahí que en el Poblado de El Cobre, en las estribaciones de la Sierra Maestra a unos 25 kilómetros de la oriental ciudad de Santiago de Cuba, se alza El Monumento al Cimarrón (1997).

En el sitio, escenario de la primera rebelión de esclavos en la isla, y primeras manifestaciones de cimarronaje en América, se alza una escultura elaborada en bronce y metales reciclados obra del artista de la plástica cubana Alberto Lescay.

De unos 10 metros de alto y sobre la empinada cima del cerro de Cardenillo –se  accede por medio de 333 escalones-  desde allí se aprecia El Cobre y sus cercanías, donde viven unas 16.000 personas.

Se trata de un homenaje a los esclavos que en esa localidad se sublevaron en 1731 y obligaron a la Corona Española a tomar la insólita decisión para esa época de concederles la libertad en 1831, antes de que se aboliera definitivamente la esclavitud en Cuba en 1886.

La estatua conmemorativa posee como premisa hacer del sitio un lugar de rescate de los valores que trajeron los esclavos africanos y que, bajo la mezcla con el aporte de europeos y asiáticos, conforman la cultura cubana.

Este monumento forma parte, también, de la Ruta del Esclavo, un proyecto de la UNESCO, dirigido a divulgar la realidad de esa forma de explotación y su influencia en las culturas de nuestro continente.

Para Lescay esa obra constituye un símbolo universal como los códigos, los elementos que utilizó también son universales.

En una entrevista a la prensa, hace algún tiempo, el artista declaró:  “El concepto de libertad es tan actual, de todos los días y de todos los momentos, que tampoco podía ser una imagen estática; es como una transformación, una metamorfosis. La idea de la libertad no puede ser atrapada nunca.”

“Eso fue descrito muy bien por el novelista cubano Alejo Carpentier en su obra Reino de este mundo en el pasaje donde se habla de la quema del cimarrón y al final no apareció nada allí y la deducción es que se había ido. Ese es el concepto que traté de atrapar en esa obra.”

“El Cimarrón, por otro lado, es un símbolo muy importante porque implica libertad. No se trata del negro corriendo y el otro detrás. No.  Es un concepto universal y no privativo de los negros: puede ser de chinos, de blancos, de todos los seres humanos del mundo porque donde quiera que hubo esclavitud existieron los cimarrones. Aún en muchas partes del mundo los hay aunque disfrazados de otras formas.”

La escultura en el pueblo de El Cobre deviene, más que un monumento, escenario de la existencia de dos símbolos: el de la Virgen y el del Cimarrón como esencias vivas de su gente.



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