Por: Joel García
La Habana, 20 nov (RHC) Baracoa y Moscú son dos ciudades inseparables en la vida de la primera campeona olímpica de Latinoamérica, María Caridad Colón, aunque por diferentes razones.
En la primada de Cuba nació en 1958 y como casi todos los niños de la zona preferían en los ratos libres bañarse en el río y la playa. Cerca de la Torre Colonial en el centro del pueblo, la hija de la maestra rural Auria Ruenes, creció viciada con el chocolate baracoense, tierra donde todos la conocen todavía por Cariño.
A la capital rusa arribó en 1980 con la ambición de acceder a la final olímpica, a pesar de su juventud.
El 29 de julio y en medio de un fuerte dolor lumbar consiguió más que rozar el Olimpo, entrar en él. Lo abrazó con el título. De semidesconocida pasó a ser la primera mujer con tal galardón en este continente.
Todo en el primer lanzamiento
María Caridad Colón compitió en los Juegos Olímpicos de Moscú con un dolor lumbar muy característico en el lado izquierdo. Por eso no pudo realizar el calentamiento habitual en la ronda clasificatoria ni en la final y llegó a renunciar incluso a los envíos previos que toda atleta tiene derecho.
“El doctor Álvarez Cambras me infiltró el día antes de cada una de esas competencias. Eso era como una anestesia que se te iba al rato”, recordó la monarca olímpica.
En el momento de la discusión de medallas practicó la misma estrategia: darlo todo en el primer lanzamiento porque sabía que después podía arreciar el dolor.
“Ahora te digo más, estaba deseosa de que hubieran sobrepasado esa marca para probarme, pero nadie lo hizo.”, concluyó la baracoense, todo un símbolo del deporte cubano desde esa fecha. (Fuente: Radio Reloj)