Por: Guadalupe Yaujar Díaz
Diversos nombres ha tenido la Isla de la Juventud. La Evangelista, la llamó Cristóbal Colón, cuando la descubrió el 13 de junio de 1494, durante su segundo viaje.
La Isla limita al norte con el Golfo de Batabanó, al este con las aguas de la plataforma insular y la provincia de Matanzas, al sur con el mar Caribe, y al oeste con las aguas de la plataforma insular y la provincia de Pinar del Río. Su capital es Nueva Gerona.
Cinco es siglos de existencia marcaron a la llamada isla de los muchos nombres: la tierra de los mil nombres, en alusión a las denominaciones recibidas desde su hallazgo: Santiago, Santa María, San Pauli y Colonia Reina Amalia.
Se trata de todo un desfile de denominaciones hasta llegar al de Isla de Pinos, al que se sumarían los epítetos: Isla del Tesoro, Isla de los Piratas, y Siberia de Cuba, entre otros.
El 2 de agosto de 1978 le fue otorgado el nombre actual, por decisión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en reconocimiento a los miles de jóvenes que allí estudiaron y laboraron ante el llamado a desarrollar la Isla y resarcirla de la destrucción provocada por el huracán Alma, en 1966.
El ultramarino territorio, donde predominan los pinares que por abundantes le dieron su nombre al sitio, de 3 056 km de extensión, constituye un municipio especial en la organización territorial y administrativa de Cuba.
Azotada continuamente por eventos meteorológicos, se habla de ella asociada con ciclones y también con corsarios y piratas, quienes tomaban el territorio como refugio. Allí, enterraban sus tesoros en las cuevas, playas y montes aledaños a las costas.
La primera presencia de piratas es de Jean Francois La Roque, en 1543.
De ahí que la Isla está plagada de enterramientos y leyendas, ya que muchas veces por azar se han hallado valiosos objetos y monedas de la época.
A pesar del olvido de que fue objeto durante la etapa neocolonial hasta el triunfo de la Revolución en 1959, el territorio con sus habitantes como protagonistas principales apuestan por la ascendente vida socioeconómica, en la cual tienen cabida la historia y los descubrimientos.
En la Isla, se construyó una importante cantidad de escuelas que acogieron a becarios extranjeros. Jóvenes de 37 países recibieron, en los primeros años de la Revolución, la posibilidad de terminar la enseñanza primaria, cursar la secundaria e ingresar posteriormente a los centros tecnológicos o preuniversitarios para, finalmente, acceder a las carreras universitarias.
Desde entonces sigue siendo un lugar en el que se privilegia el estudio, como en el resto del país, para nacionales y foráneos.
Con un suelo rico en minerales de todas clases, como cristal de roca, hierro, mármoles, oro y otros; sus tierras producen frutos de la mejor calidad y cosecha de frutos menores.
A la Isla de la Juventud la rodea su historia local, ha sido cárcel de los dos cubanos más grandes de los siglos XIX y XX: José Martí, en 1870, y Fidel Castro, de 1953 al 55.
Atractiva resulta, también, su infraestructura añeja en maridaje perfecto con la modernidad por ser, además, una plaza turística. Posee una carga histórica que permanece viva en museos e interesantes lugares (Las cuevas de Punta del Este, conocida como la Capilla Sixtina del Arte Rupestre Caribeño, El barco Pinero, La Finca Museo El Abra y el Presidio Modelo), donde se imbrican la historia, cultura e identidad pineras.