Conrado, el maestro

بقلم: Lorena Viñas Rodríguez
2020-01-05 09:19:21

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Foto: ACN.

Por: Bárbara Vasallo

La Habana, 5 ene (RHC) En la tumba que guarda los restos del maestro Conrado Benítez García, en el cementerio de San Carlos Borromeo, de la ciudad de Matanzas, la bandera cubana se alza con hidalguía, símbolo de la dignidad de aquel muchacho de 18 años de edad, quien llevaba las letras y los números a los campesinos de las intrincadas zonas del Escambray, en Sancti Spíritus.

Hoy en las montañas cercanas a Trinidad, un monumento rinde tributo a la memoria del joven, primera víctima del terrorismo contra el magisterio en Cuba, cuyo delito fue iluminar la vida de los analfabetos y soñar con un país de hombres y mujeres instruidos y cultos.

Era un muchacho serio y honrado, según recuerdan siempre los que lo conocieron, vivió en la barriada de Pueblo Nuevo, en la urbe de los ríos y puentes, ayudaba a su familia limpiando zapatos o trabajando en una panadería, y estudiaba porque su avidez por aprender no conocía límites.

Cuando estudiaba en el yumurino Instituto de Segunda Enseñanza, la Revolución lanzó en abril de 1960 la convocatoria para movilizar a los jóvenes hacia zonas rurales intrincadas y atrasadas para enseñar a leer y a escribir a sus pobladores, y Conrado respondió, y fue designado maestro voluntario.

En La Sierrita, un caserío del Escambray, alfabetizaba a 44 niños y el cuatro de enero de 1961, al regreso de sus vacaciones por fin de año fue apresado por bandidos que operaban en la zona, y al siguiente día asesinado junto al campesino Eleodoro Rodríguez, uno de los crímenes más horrendos perpetrados por la banda del terrorista Osvaldo Ramírez, amparado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos.

Los maestros se multiplicaron, y el terror que pretendían implantar las bandas contrarrevolucionarias en las montañas del Escambray, no hizo mella en los miles de jóvenes que caminaron con cartillas y faroles para alfabetizar a los campesinos.

El 22 de diciembre del año 1961, en un multitudinario acto en la Plaza de la Revolución, de La Habana, Fidel Castro, el líder de la Revolución, declaró a Cuba territorio libre de analfabetismo, el primer país de América Latina en lograr tal éxito humano.

Según se publicó en el artículo Las aulas de los montes nunca más se cerrarán, de la  Revista Verde Olivo, en la Campaña de Alfabetización participaron 34 mil 772 maestros y profesores voluntarios, 120 mil 632 alfabetizadores populares, 13 mil 016 brigadistas “Patria o Muerte” (del sector obrero), y 105 mil  664 estudiantes de las brigadas “Conrado Benítez” (jóvenes de 12 a 18 años), que contaron con el apoyo de las organizaciones políticas y de masas, y con la colaboración de los campesinos.

Unas 707 mil 212 personas aprendieron a leer y a escribir en menos de un año, y solo quedaron aquellos que eran de muy avanzada edad o estaban enfermos, ínfima cifra.

Conrado Benítez García, el joven negro de Pueblo Nuevo, renace en cada escuela, cuando un maestro cuenta la historia a sus alumnos y los invita a la tumba en San Carlos Borromeo donde ondea la bandera.

Allí en el silencio del camposanto, otra maestra deposita una flor y repite a sus discípulos “prohibido olvidar…” (Fuente: ACN)

 



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