Por: Vanessa Pernía Arias
Holguín, 2 abr (RHC) El próximo cuatro de abril Holguín cumple los 300 años de su fundación como pueblo, que coincide con el traslado y edificación de la iglesia donde se ofició la primera misa en igual fecha de 1720, a partir del cual se llamaría San Isidoro de Holguín, a iniciativa del gobernador de Bayamo, Bartolomé Silva y Tamayo.
En los años fundacionales del hato se escogió para su ubicación la zona flanqueada por los ríos Jigüe y Marañón, lugar rodeado de elevaciones de poca altura, entre las cuales sobresale al norte el Cerro Bayado, promontorio que a partir de 1970 se convirtió en la hoy conocida Loma de la Cruz.
Varios historiadores describen que entonces esos dominios resultaban una comunidad de casas rústicas y de sencilla construcción, y que hacia mediados del siglo XVIII contaba con 1291 personas blancas, 135 esclavos y solamente existía una escuela pública.
Desde 1720, etapa que marca la celebración del 300 aniversario, hasta 1752 se extendió lo que se conoce como el pueblo de Holguín, pues a partir de entonces la metrópoli española le otorgó el título de ciudad y tenencia de gobierno.
Amplios corredores, varias plazas y calles de piedra, por donde transitaban personas cultas y valerosas como la familia de la gran Lucía Iñiguez y Calixto García, ambos patriotas de las Guerras de Independencia, caracterizarían después a la urbe.
Pasados los años el territorio sigue exhibiendo las plazas que le hacen famosas por ser lugares de socialización y encuentros y que le merecen el apelativo de Ciudad de los Parques, así como su arraigada cultura, elementos que los hacen distinguibles en el país y el mundo por su excelsa holguineridad.
Pero qué es la holguineridad, algo intangible, etéreo, pero que se puede apreciar en una serie de valores, manifestaciones y saberes, donde el arte juega un papel importante.
Esa holguineridad estalla en colores por estos días cuando la localidad, cercana a celebrar sus tres siglos, recobra vida en sus construcciones, sus parques, sus calles, su gente, su cultura, su idiosincrasia, y en cada servicio público se ofrece al pueblo.
A ese tricentenario se agregan las voluntades de todos por edificar la ciudad más renovada, culta, turística, limpia, moderna y universal, en una campaña que involucra a toda la población para impulsar su embellecimiento.
Así Holguín celebra sus 300 años desde sus raíces, su cultura, su identidad, la tradición y el respeto hacia la historia y el pasado, pero siempre camino hacia una modernidad necesaria. (Fuente: ACN)
