Siempre escuchamos historias o vemos películas de corsarios y piratas que realmente existieron e hicieron mucho daño. Tal es el caso de Jacques de Sores un pirata francés que desoló la naciente Habana de 1555 cuyo sobrenombre era El Ángel Exterminador.
Durante algún tiempo fue el lugarteniente del temido pirata François LeClerc el primero que tuvo una pierna ortopédica de madera, y lo llamaban Pegleg o Pata de Palo.
Jacques de Sores, fue líder de una banda de piratas y a mediados del año 1554, ataca la plaza de Santiago de Cuba, un año más tarde asalta con crueldad a Puerto Príncipe y después de su intenso saqueo y asesinatos, violó a sus mujeres que luego dejó abandonadas en Cayo Coco en el Archipiélago Sabana-Camagüey.
Días después de esta masacre, el temible pirata ataca la villa San Cristóbal de La Habana, poco defendida en aquel entonces.
Ese fue uno de los más desastrosos asaltos que sufrió La Habana en el Siglo XVI por parte de los piratas franceses. 200 piratas saquearon casa por casa, matando a todos los españoles y a los esclavos africanos. Destruyeron la fortaleza de la Fuerza Vieja en la calle Tacón y quemaron gran parte de la ciudad. Quemaron además las naves en el puerto y destruyeron gran parte de los alrededores.
Aunque los cubanos lograron asesinar a varios franceses no lograron atrapar a Jacques, este se refugió en la casa del Regidor donde resistieron hasta cuando se hicieron a la mar, no sin antes pasar cuchillo a 31 prisioneros, incendiar la Villa y cargar con todo cuanto de valor había.
Ello conllevó a que La Habana fuera después, la más fortificada de todas las posesiones españolas. El Castillo de la Real Fuerza se construyó para sustituir a la Fuerza Vieja y más tarde el Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro y el Castillo de San Salvador de la Punta, a ambos lados de la boca del puerto de La Habana.
Fortalecida La Habana hubo dos piratas famosos que no pudieron tomar la Habana: El gran corsario Francis Drake, quien en mayo de 1586 se presentó en la bahía del Puerto de La Habana y al ver una ciudad más fortificada decidió retirarse. También el tristemente célebre, Henry Morgan, que llegó a ser llamado Rey de los Mares del Caribe, fue de los últimos corsarios en amenazar La Habana. (Recopilación Internet)