Busto de José Martí en el Pico Turquino
En 1953, año del Centenario del natalicio de José Martí, se organizaron en Cuba numerosas actividades para celebrar esa histórica fecha, por este motivo la joven maestra Emérita Segredo Carreño, integrante de la Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario Martiano, propuso colocar un busto de Martí en el lugar más alto de nuestra Patria.
«Cuba coloca al Apóstol en su lugar más alto, materialmente, y en lo moral señala que desde allí se encontrará siempre vigilante, como un faro de luz vivísima y ejemplar, para que señale el buen camino a las generaciones de cubanos» expresó la pedagoga.
Jilma Madera y el busto de José Martí
El Pico Turquino es el punto de mayor altitud de la isla de Cuba, con 1974 metros sobre el nivel de mar, situado en la provincia de Santiago de Cuba y es allí donde todos coinciden colocar una escultura de nuestro Héroe Nacional.
Gonzalo de Quesada y Miranda, quien era el director de la Fragua Martiana, y presidía la Asociación, acogió y apoyó la iniciativa. Contactó con la escultora Jilma Madera y le pidió que hiciera un busto idéntico al que ella había donado a esa institución y que se exhibía en uno de sus salones. El busto de cara al sol y en lo alto del Turquino, es una copia a escala menor del que se inauguró el 28 de enero de 1952 en la Fragua Martiana.
María Matilla, la niña querida de Martí, visitó la Isla con 73 años, en enero de 1953, invitada a los festejos por el centenario del maestro. El 29 de enero llegó a la Fragua y al ver la imagen, dijo que era el más parecido de todos al rostro del Martí que ella recordaba.
La realización del proyecto recibió cooperación técnica del Instituto Nacional de Arqueología (INA), que presidía Roberto Pérez de Acevedo, y del padre de Celia Sánchez Manduley, el doctor Manuel Sánchez Silveira, quien era delegado del INA en Oriente.
Celia Sánchez, su padre Manuel Sánchez Silveira,
con Jilma Madera en el Turquino
Jilma Madera afirmó a Granma en mayo de 1983 «La participación de Sánchez Silveira fue decisiva, pues él se ocupó de ejecutar la idea de llevar el busto de Martí a la Sierra. Desde entonces se estableció una correspondencia frecuente con él, pues Sánchez Silveira estuvo en varias ocasiones en Ocujal con vista a resolver todo lo referente a la instalación del busto, que le enviamos por ferrocarril a Manzanillo, luego de hacerle llegar los planos, así como los fondos para pagar los salarios a los campesinos que contrató para realizar el trabajo».
El 17 de mayo de 1953 tanto la autora del busto como otros miembros del grupo martiano salieron en un ómnibus desde La Habana hasta Santiago de Cuba, llegaron a Santiago al día siguiente.
Temprano en la mañana del día 19 de mayo, aniversario de la muerte de Martí en Dos Ríos, le rindieron homenaje con una guardia de honor en el Mausoleo que acoge sus restos en el cementerio de Santa Ifigenia. Allí se les unió la compañera Celia Sánchez Manduley quien tenía a su cargo filmar el histórico hecho y tomar fotografías.
Más tarde salieron todos desde la bahía de Santiago en la goleta Glenda, que enfiló rumbo este, bordeando la costa hasta llegar ya de noche y bajo un torrencial aguacero a Ocujal del Turquino, donde los esperaba el administrador del Aserradero.
Temprano en la mañana del día 20 el grupo partió en un camión del Aserradero hasta Arroyo Naranjo. Luego comenzó el fatigoso y peligroso ascenso hasta Altos de Babiney, a 1 127,7 metros de altura, después llegaron a Altos de Cardero, a 1 200,9 metros. Luego arribaron a la Cueva del Aura, que los campesinos llamaban Campamento Martí, a 1 402 metros, donde hicieron noche.
Al amanecer del 21 de mayo reiniciaron el ascenso. Caminaban en fila india, por un estrecho sendero de tupidas malezas con la emoción de llegar a la cima del Turquino. En parihuelas 12 hombres trasladaron hasta el Pico Turquino el cemento, el agua y el busto de 163 libras, desafiando los peligrosos caminos de la Sierra. El doctor Manuel Sánchez Silveira estaba al frente de la expedición que la integraba además: su hija, Celia Sánchez Manduley; la escultora Jilma Madera; y las hermanas Emérita y Cila Segredo Carreño.
Tarja en la base del busto de José Martí
La mañana era fría pero soleada, cuando al fin alcanzaron el firme de la cumbre. Habían llegado al Pico Real de Turquino, a 1 974 metros sobre el nivel del mar.
De inmediato comenzaron a trabajar para terminar la base del monumento, los dos metros más que se la habían añadido al mismo, a la altura del Pico Turquino y a colocar la tarja.
La tarja que está ubicada exactamente en la base del busto lleva grabado lo expuesto por Martí, en la carta que le escribió a su amigo dominicano Federico Henríquez y Carvajal, el 25 de marzo de 1895.
«Escasos, como los montes, son los hombres que saben mirar desde ellos, y sienten con entraña de nación, o de humanidad»
Izan la bandera cubana frente al busto de Martí
A las 12 del mediodía, ese 21 de mayo de 1953, hicieron la base del monumento, colocaron la tarja, en una asta improvisada, con una rama de un árbol, izaron la bandera cubana y develaron el busto de José Martí.
Seguidamente se depositaron las flores donadas por los Grupos Martianos de Santiago de Cuba, y Sánchez Silveira pronunció unas breves pero emotivas palabras.
«Si no hubiera estado el busto de Martí allá en el Pico seguiría siendo la montaña más alta de Cuba, pero no se hubiera convertido en un símbolo de la nación» dijo Carlos Manuel Marchante Castellanos autor del libro De cara al sol y en lo alto del Turquino. (Tomado de varios sitios web)