Replica de la Torre de Eifel en Santa Clara
Por Laura Rodríguez Fuentes y Carlos Alejandro Rodríguez Martínez
La inauguración del alumbrado eléctrico en Santa Clara, en febrero de 1895, fue celebrada en la ciudad, con iniciativas como la construcción de una réplica en madera de la Torre Eiffel, de París, en medio de la Plaza Mayor.
Corría febrero del año 1895 y se gestaba en Cuba el movimiento revolucionario que estalló el 24 del propio mes. Mientras, en Santa Clara se hacían los preparativos para la inauguración del alumbrado eléctrico.
Tiempo atrás Doña Marta, nunca conforme con todo lo que había donado a la ciudad, ya se había percatado de la necesidad de sustituir el obsoleto queroseno por el nuevo sistema de las grandes metrópolis. Fue entonces cuando solicitó al Ayuntamiento el autorizo para instaurar una Planta Eléctrica que sería construida en las cercanías del ferrocarril.
Los trabajos fueron urdidos por la mis mísima Casa Gramme de París, una reconocida compañía encargada de fabricar las máquinas que traerían la modernidad al pueblo santaclareño, el cual también se hizo partícipe de la faena. Ese año en cuestión, las luces estaban por prenderse y se habían preparado los festejos de agradecimiento a La Benefactora, cuando el gobierno de la Isla, alarmado con la Revolución que se le venía encima, suspende la ceremonia para evitar un ambiente insurreccional.
A pesar del impedimento de las autoridades, los pilongos engalanaron la Plaza Mayor con arcos del triunfo y escudos de las diversas regiones de Las Villas. «Los viejos mecheros del gas parecían adormecidos a la luz clara deslumbrante de las lámparas de arco voltaico ahuyentando las tinieblas», relata Manuel García-Garófalo Mesa en el volumen Marta Abreu de Estévez. Apuntes biográficos.
Pero, lo más trascendental del decorado aquel 28 de febrero fue la construcción de una réplica en madera de la Torre Eiffel, de París, en medio del parque, sobre el Obelisco de los sacerdotes Juan de Conyedo y Francisco Hurtado de Mendoza.
Según refiere el investigador Juan Manuel Fernández Triana en el libro La dama todo corazón «la Torre fue proyectada por el ingeniero santaclareño Ramón Cornelio Berenguer, quien trazó con yeso el plano, a escala natural, en el pavimento del atrio del teatro La Caridad en el costado de la calle de Santa Ana (actual Lorda)». El coloso contaba con unos 28 metros de alto y 7 de ancho como base y fue decorado por las damas con 25 000 flores de papel en cuyo centro refulgían bombillos.
Aunque las autoridades hicieron presión para destruir la torre y sospecharon de los motivos reales de la festividad, la armazón quedó en el lugar por varias semanas. Al mes siguiente, Marta partiría junto a su compañero de vida al exilio, hacia la ciudad dueña de la «Eiffel» de hierro. No pisaría de nuevo la tierra del monte y la sabana a la cual entregó incondicional toda su fortuna. (Tomado de Vanguardia.cu)