Por Roberto Jesús Hernández Hernández/ACN
Ícono de la arquitectura neoclásica en la ciudad de Matanzas, el Teatro Sauto cumple 153 años mientras progresa la reparación capital más abarcadora de su historia, imprescindible para salvar de la decadencia al coliseo que recibió a grandes de la escena como Anna Pavlova y Sarah Bernhardt.
El edificio, Monumento Nacional, sobresale por su belleza en la “acrópolis” de la llamada Atenas de Cuba, si bien muchos ignoran que en su interior se conservan tesoros tan valiosos como abundante material arqueológico, obras de arte y colecciones fonográficas de diferentes épocas.
En el interior del Sauto, pueden disfrutarse también ciertos chasquidos e imperfecciones que deleitarían a cualquier melómano, al escuchar en alguno de los más de mil 200 discos de vinilo, valiosas grabaciones de la música y la escena cubanas del siglo XX, gracias a equipos de reproducción restaurados.
Situado en la fundacional Plaza de La Vigía, en pleno centro histórico de la urbe y a más de 100 kilómetros al este de La Habana, el teatro debe su diseño al arquitecto de origen italiano Daniel Dall’ Aglio, quien lo concibió con una acústica similar a la de la célebre Scala de Milán.
El actual nombre de la institución cultural lo debe a su benefactor, Ambrosio de la Concepción Sauto y Noda (1803-1880), quien comprometió su fortuna para erigirlo, y se sabe que acostumbraba a dar la bienvenida personalmente al público en las noches de función, junto a su esposa, Juana Jenckes.
Preservar la originalidad es la base para los trabajos de restauración, que deben terminar a fines de este año. Ya se requirieron centenares de metros cúbicos de madera de primera calidad para confeccionar nuevos elementos estructurales, e implicarán restituir llavines, empapelado y otros detalles con apariencia “de época”.
Entre otras singularidades del "Sauto", destaca que cuenta con la maquinaria original para elevar su platea a nivel del escenario, única de su tipo conservada en Cuba y fabricada por una compañía inglesa por encargo del propio arquitecto Dall’ Aglio.
Maestros carpinteros, ingenieros y artesanos se afanan en devolver el esplendor de antaño al edificio teatral, que el seis de abril de 1863 abrió por primera vez sus puertas, cerradas hoy para tristeza de los amantes del arte en la ciudad de ríos y puentes.
Luego de concluir la restauración de la segunda sede del antiguo Liceo Artístico y Literario local, ahora como Sala de Conciertos José White, crece la expectación entre los habitantes de Matanzas por volver a ocupar una butaca en un Teatro Sauto otra vez deslumbrante para sentir que viajaron en el tiempo.