Por: Guillermo Alvarado

Desplazados de los grandes titulares por otras informaciones no menos dramáticas y complejas, las decenas de miles de refugiados que tratan de huir de la violencia, la miseria y el hambre continúan viviendo todos los días su tragedia sin que hasta el momento exista ninguna solución realista a sus problemas.

Por el contrario, las medidas que se comenzaron a aplicar hace un año, en julio de 2015 y se reforzaron en septiembre, entre ellas el cierre de las rutas de los Balcanes y el acuerdo de devolución a Turquía de las personas que no clasifiquen para obtener asilo, no hicieron sino endurecer las condiciones de vida y de traslado, como lo demuestran las estadísticas.

En los primeros seis meses de este año murieron intentando alcanzar las costas europeas unos cuatro mil seres humanos, de ellos casi tres mil en las aguas del mar Mediterráneo.

Durante similar período de 2015 la cifra de fallecidos en ese tramo marítimo fue de mil 838, sensiblemente menor, a pesar de que el flujo de refugiados es muy similar, lo cual quiere decir que ahora, luego de las políticas de contención de la Unión Europea, los riesgos son mayores.

Siempre que hablamos de este tema insistimos en que la verdadera magnitud de la pérdida de vidas será imposible de conocer, porque no hay registro de las muertes ocurridas en el viaje por tierra hacia las costas, fundamentalmente de Libia donde operan las bandas de traficantes.

La respuesta europea ante la tragedia ha sido incrementar las medidas de control fronterizo y de seguridad, pero no hay ningún programa encaminado a tratar el problema en su lugar de origen, es decir en los países emisores.

Lo que se ha intentado en términos humanos no sólo es insuficiente, sino que está mal hecho y resulta demasiado lento.

La Comisión Española de Ayuda al Refugiado denunció la víspera, al cumplirse el primer año de los acuerdos sobre el tema, que al paso en que va, para cumplir el compromiso de reasentar a las 160 mil personas cuya solicitud de asilo fue aceptada al inicio, se necesitarán nada menos que 43 años.

A la fecha de hoy se lograron tres mil 105 ubicaciones en diversos países de la Unión Europea y siete mil 200 reasentamientos, cifra insignificante.

Además, esos acuerdos se vieron rebasados por completo, porque en 2015 llegaron más de un millón de personas a las puertas europeas y de enero a junio de este año la cifra ascendió a 230 mil, y el flujo continúa.

Todo eso sin contar con otros focos sensibles activados en los últimos meses, como en Sudán del Sur, la nación más joven del planeta, de donde todos los días huyen hacia los países vecinos miles de personas buscando escapar de la violencia.

Fuera de los grandes reflectores de la atención mediática, el drama de los refugiados continúa con su caudal de muertes y sufrimientos, y también en medio de la indiferencia de quienes en muchos casos son los verdaderos responsables de su desencadenamiento.