Ileana: Sus damas de Washington

بقلم: Maria Calvo
2016-08-02 12:54:19

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por  Nicanor León Cotayo

Nadie duda que Ileana Ros-Lehtinen tiene el mérito de haber hecho suyas todas las maquinaciones contra Cuba. Este sábado publicó un artículo en Diario las Américas donde se transformó en abogada defensora de las llamadas Damas de Blanco.

Como es sabido, se trata de un grupo alquilado por Washington que, a cambio de dinero, sale a caminar por zonas habaneras o de otros lugares.

Para mayor escándalo todo el mundo sabe que el pago depende del servicio prestado.

Ella concentra su ataque desde Miami en proclamar que las rodea un sostenido y férreo cerco represivo. 

Tratando de apuntalar un criterio como ese agrega que en La Habana rodean su sede para “impedir las marchas”.

Pero después Ileana se contradice al escribir que “cada domingo” han sido acosadas y reprimidas.

¿Dónde? ¿Acaso en una sede supuestamente rodeada por la Seguridad del Estado para impedir todos sus movimientos? Sin embargo, la pequeña congresista no se amilana ante su propia adversidad y vuelve al ruedo afirmando:
 
Aún cuando nadie duda de la opresión del régimen castrista, “sus continuas golpizas a mujeres indefensas nos paraliza a todos.”

En las calles de nuestra comunidad, ellas son alabadas y reconocidas por su compromiso a esta causa.

¿Quién las elogia tan apasionadamente en lo que Ros-Lehtinen denomina “nuestra comunidad?

Por gente resentida como ella, y aislada, que como parte de su contrato dispensan credibilidad a criaturas sencillamente depravadas.

Pero Ileana no ocultó su alianza con tales elementos cuando escribió,  depende de nosotros, si desplegamos el mensaje de las Damas.

Fue aún más lejos afirmando que, solo si trabajamos juntos, su actividad será conocida en cada rincón del mundo.

Por último, ella fue tan temeraria que aseguró, algún día Cuba  disfrutará de las libertades que nosotros disfrutamos en los Estados Unidos.

Mal momento para decirlo, pues en los últimos meses allí han tenido lugar sangrientos sucesos que arrancaron la vida a numerosos integrantes de la comunidad negra.

Todos a manos de policías blancos que no fueron ni rozados ni con el pétalo de una rosa por esos crímenes.

De ahí se desprendieron otros acontecimientos igualmente sangrientos: la muerte de uniformados de ese cuerpo represivo.

No en balde, académicos, políticos y observadores han insistido durante los últimos días en hablar de la crisis “que vive la sociedad estadounidense”.

Entonces cabe una sugerencia a la ilustre pequeñita del Congreso y Diario las Américas, solo cabria hablar de las Damas que alquila Washington.



(CubaSí)



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