por Guillermo Alvarado
Cuba está trabajando en la producción de variedades de plantas que tengan la capacidad de resistir los efectos nocivos del ya tangible cambio climático, que tendrá un impacto severo en la agricultura y la calidad de la alimentación en numerosos países de América Latina, El Caribe y otras zonas del planeta.
De acuerdo con Sergio Rodríguez, director del Instituto Nacional de Investigaciones de Viandas Tropicales, ya se generan variedades de yuca, boniato, malanga y plátano con modificaciones genéticas que les permite consumir menos agua y son resistentes a plagas que aparecen como consecuencia del calentamiento global.
Rodríguez informó que ya en los campos cubanos se cultivan estos clones que además de tener una mayor resistencia, inclusive al paso de huracanes intensos, tienen también un elevado rendimiento.
El especialista explicó que el aumento de un grado como promedio en la temperatura máxima, provoca una baja de hasta el 10% en la producción agrícola.
Víctor Mederos, director de biotecnología de esa institución, dijo que gracias a la tecnología in vitro ya se distribuyeron plantas de boniato adaptables a las variaciones climáticas y un alto contenido de betacaroteno, sustancia que el cuerpo convierte en vitamina A.
Los esfuerzos en este sentido no son ociosos. En la reunión ministerial de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac, finalizada la víspera en la ciudad de Santiago de Los Caballeros, República Dominicana, se presentó un estudio preocupante sobre los daños que el cambio climático provocará en la agricultura de la región.
La investigación fue realizada por un equipo integrado por especialistas de la Comisión Ecónomica de la ONU para América Latina y El Caribe, el Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y la Asociación Latinoamericana de Integración.
El documento señala que para erradicar el hambre en la región hay que avanzar a un modelo agrícola sostenible, que genere desarrollo socioeconómico equitativo y se adapte al cambio climático para suavizar sus efectos.
La agricultura, destaca el texto, aporta el 5 por ciento del Producto Interno Bruto, 23 puntos porcentuales de las exportaciones regionales y emplea el 16 por ciento de la población ocupada.
Ante esta realidad los esfuerzos realizados por los científicos cubanos son loables, porque se está garantizando la seguridad alimentaria de la población, pero también puede representar un aporte para otros pueblos, que son mucho más vulnerables a las perturbaciones climáticas, provocadas por un modelo irracional de producción y consumo encabezado por las principales potencias económicas e industriales del mundo.