Juego sucio yanqui en Siria

بقلم: Martha Ríos
2016-08-12 15:41:14

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Bombardeos sobre Siria. Foto: Archivo

Por Arnaldo Musa

No tiene que decirlo el atacado presidente Bashar al Assad; con o sin ayuda, el ejército ha demostrado competencia y disposición de liquidar al terrorismo, aprovechando el apoyo solidario de Rusia.

Quizás el logro militar más significativo de la ofensiva en marcha sea la ruptura del cordón umbilical entre el oeste de Alepo, en poder de la oposición “no terrorista”  y la frontera turca,  por donde, como apuntamos antes, los invasores reciben desde Turquía el apoyo de todo tipo de este país y de Estados Unidos.

No solo en la septentrional Alepo, donde la logística norteamericana y turca trata de evitar la derrota de los terroristas  “malos” y “buenos” (quienes también cortan cabezas), sino en la meridional Kuneitra, en una zona ocupada desde 1967 por Israel, y en el sudeste, donde eran amparados por una heterogénea entente israelo-turco-saudita.

Cuando se vio abocado a una derrota de sus mercenarios y asesinos “pupilos”, Estados Unidos, una vez más, incumplió su promesa de colaborar con Rusia para exterminar al Estado Islámico -al que ayudó a insuflar- y llevar la paz a la región.

Por su parte, Rusia demostró otra vez su consecuente y legal ayuda a Damasco, deteniendo con sus bombardeos aéreos el envió de por lo menos 5 000 terroristas a través de la frontera turca, algunos de los cuales fueron captados por la malintencionada propaganda que santifica la muerte de “infieles”.    
 
Al mismo tiempo, el gobierno sirio reiteró su disposición a conversar con una oposición no implicada en acciones terroristas, y subrayó que perdonará la vida a aquellos que se entreguen junto con sus armas, lo cual ha ido cumpliendo, demostrando, que es un interlocutor válido para las negociaciones de paz, sean en Ginebra o cualquier otro lugar.

DAMASCO FORTALECIDO

Lo que si está claro es que, en estos momentos, la posición de Damasco se ha fortalecido en una eventual reanudación de las conversaciones que han fracasado reiteradamente en Ginebra.

Erdogan ha pedido de nuevo al presidente Barack Obama que “elija entre Turquía y los terroristas”, en referencia a la Unión Democrática del Kurdistán, que es aliada del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, un potente grupo guerrillero que se ha reactivado en Turquía precisamente a causa del error de Erdogan de inmiscuirse hasta el cuello en los asuntos sirios.

El mandatario trata de enmendar sus pifias con una purga y arrestos de miles de personas, militares y civiles, aprovechando un sospechoso y frustrado intento de golpe de Estado, liquidado en menos de 24 horas.

En este contexto es significativo que Arabia Saudita manifestó otra vez su disposición a enviar tropas a Siria para combatir al Estado Islámico al lado de Estados Unidos.

El Ministerio de Relaciones Exteriores sirio, subrayó al respecto que si Riad envía tropas, sus soldados volverán “en ataúdes”. Desde luego, una mayor internacionalización del conflicto podría tener consecuencias aún más dramáticas, en gran parte porque el verdadero enemigo de Riad no es el Estado Islámico, aunque así lo diga, sino el gobierno de Damasco.

No hay que olvidar que Turquía está integrada en la Organización del Tratado del Atlántico Norte, y ya demostró hace algunas semanas que considera que esta circunstancia le permite obrar de la manera que sea en defensa de sus intereses, incluso derribando un caza ruso, porque cree contar con el respaldo de la OTAN. Posteriormente, el propio Erdogan, luego de haberse negado repetidamente, pidió hipócritamente disculpas a Putin.

Pero la verdad verdadera es que por primera vez en cinco años de caos desatado por las maquinaciones del imperialismo norteamericano y sus cómplices, se vislumbra una victoria militar del ejército sirio, con apoyo solidario y consecuente del compañero de armas ruso.

No todo esta dicho, ni explicado las diversas circunstancias por las cuales las inteligencias norteamericana, británica e israelí hicieron llegar a más de cinco años de genocidio del pueblo sirio, con cerca de 400 000 muertos y un número millonario de refugiados, además de la destrucción de la mayor parte de la nación árabe.

(Tomado de Cubasí)

 



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