por Guillermo Alvarado
Las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, las FARC-EP y el gobierno del presidente Juan Manuel Santos anunciaron en La Habana la conclusión exitosa del proceso de diálogo para poner fin al conflicto armado interno más prolongado de nuestro continente y establecer una paz firme y duradera en esa nación sudamericana.
Finalizó de esta manera un intenso camino iniciado en la capital cubana en 2012 bajo el principio de que “nada está acordado, hasta que todo esté acordado”, es decir que ninguno de los acuerdos parciales entraría en vigencia hasta que se llegara al último capítulo de las negociaciones, que felizmente se alcanzó la víspera.
Los representantes de ambos equipos, el comandante de las FARC-EP, Iván Márquez, y el jefe de la delegación gubernamental, Humberto de la Calle, rubricaron el acuerdo final, cuya firma solemne se realizará en una ceremonia posterior.
“Hemos ganado la más hermosa de todas las batallas, sentar las bases para la paz y la convivencia en Colombia”, aseguró Márquez, y agregó que con el fin de la guerra por medio de las armas, comienza ahora el debate de las ideas.
Este tratado, dijo el líder rebelde, es un punto de partida para que el mismo pueblo sea el encargado de construir un futuro concentrado en la soberanía, la democracia, la igualdad entre todas las personas y la justicia. Señaló que el trabajo en estos cuatro años ha sido duro, pero que en todo momento primó el amor por la patria.
Mientras, el delegado del gobierno dijo que si bien este Acuerdo de Paz no es perfecto, sí es el mejor posible y el más viable y ahora corresponde al pueblo colombiano demostrar que ambas delegaciones han acertado.
Vienen ahora momentos cruciales en este camino, no exento de dificultades porque todavía quedan en ese país fuerzas que durante décadas se han beneficiado del conflicto y se oponen al restablecimiento de la concordia en esa sociedad.
El paso siguiente será el plebiscito donde la población debe decidir si otorga, o no, al presidente Juan Manuel Santos, la autoridad para llevar a la práctica todo lo negociado en La Habana. Un fracaso en esta consulta tiraría por la borda los esfuerzos entre las dos partes para poner fin al conflicto.
Pero, más allá de las negociaciones y las urnas, la verdadera prueba de fuego ocurrirá cuando la organización insurgente comience su transformación en un movimiento político y se demuestre la voluntad de las otras fuerzas en asumir una nueva etapa en la vida democrática, donde todas las ideas tengan el mismo valor y gocen de iguales garantías y respeto.
Están en la ruta, también, las conversaciones con el otro grupo rebelde, el Ejército de Liberación Nacional, así como el combate a grupos armados irregulares que surgieron bajo la influencia del paramilitarismo.
Lo importante, sin embargo, es que se demostró que hay una voluntad firme de hacer realidad aquel principio de Mahatma Gandhi, de que no hay caminos para la paz, la paz es el camino.