por Roberto Morejón

Los flujos migratorios ilegales preocupan a los gobiernos de países latinoamericanos, como se evidenció durante una reciente visita del presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, a Estados Unidos, donde criticó la Ley de Ajuste Cubano.

Al entrevistarse con el presidente Barack Obama y el vicepresidente Joseph Biden, Solís puso de relieve la difícil situación de naciones centroamericanas, enfrentadas al paso ilegal por las fronteras de migrantes sin visa.

Si bien los viajeros son fundamentalmente latinoamericanos, africanos y haitianos también sobresalen cubanos, quienes después de salir legalmente de su país, emprenden riesgosos trayectos hacia Estados Unidos.

A diferencia del resto, los cubanos son recibidos en aquel país independientemente de la modalidad escogida para realizar su recorrido, preñado de peligros.

Solo para los de la mayor de las Antillas se aplica La Ley de Ajuste Cubano, vigente desde mil 966, asociada a la política de “pies secos/pies mojados”.

Mediante ese último procedimiento los cubanos que llegan a tierra estadunidense son admitidos y los interceptados en alta mar son devueltos.

El afán de politizar un asunto tan sensible como el de la migración llevó a las administraciones estadounidenses a mantener la Ley de Ajuste Cubano, a pesar de los llamados a desmontarla.

Eso acaba de hacer en Washington el presidente costarricense, Luis Guillermo Solís, quien reiteró su petición de que el país anfitrión derogue la Ley de Ajuste Cubano y las políticas de beneficios migratorios a los ciudadanos de ese origen.

Como Panamá también debió atender oleadas de migrantes ilegales de diversas nacionalidades, allí se escuchan apremios a Estados Unidos.

El ex canciller panameño Jorge Ritter, por ejemplo, aseguró en abril último que la crisis migratoria vivida en su país responde en gran medida a la ley especial diseñada por Estados Unidos para los cubanos.

Si bien en México los llamados directos en tal sentido tuvieron un tono menor, el gobierno subrayó en abril su decisión de NO servir de nuevo de puente aéreo para los migrantes cubanos que buscan llegar a Estados Unidos, atraídos por la Ley de Ajuste.

Las formulaciones de políticos, gobernantes y personalidades latinoamericanas sobre el tratamiento particularizado de Estados Unidos a los migrantes cubanos se unen a las del gobierno revolucionario.

En una ronda de conversaciones sobre asuntos de migración entre Estados Unidos y Cuba sostenida en La Habana, el gobierno antillano enfatizó en que las disposiciones políticas y legales estimulan la emigración irregular hacia el país norteño.

Sin embargo, la respuesta oficial estadounidense es inconmovible, como lo acaba de constatar el presidente de Costa Rica.