por Guillermo Alvarado
Autoridades de Bolivia denunciaron la persistencia de maniobras golpistas por parte de sectores de la derecha, coludidos con intereses económicos emergentes y foráneos, para intentar deponer al presidente Evo Morales, como se hizo recientemente en Brasil con la legítima jefa de Estado, Dilma Rousseff.
Tras el lamentable asesinato del viceministro de Régimen Interior y Policía, Rodolfo Illanes a manos de una turba de cooperativistas mineros, hay grupos que intentan instrumentalizar este crimen por medio de la difusión de videos manipulados sobre los hechos, con el propósito de señalar con falsedad que el ejecutivo no hizo lo suficiente para salvar la vida del funcionario.
La titular de Comunicaciones, Marianela Paco, denunció que sectores de la llamada oposición buscan responsabilizar al presidente Evo Morales por la muerte de Illanes, y someterlo con este pretexto a un juicio parlamentario.
Recordemos que el viceministro acudió de buena fe a negociar con los cooperativistas para que levantaran barricadas que obstruían carreteras importantes del país y allí fue retenido contra su voluntad y luego ejecutado con crueldad cuando estaba en manos de sus captores, que se negaron a cualquier negociación.
Llama poderosamente la atención la existencia de tales videos, que sólo pudieron ser tomados por personas que estaban en el momento justo de los hechos, es decir, que formaban parte de la turba que asesinó al funcionario y por lo tanto son cómplices, o por lo menos testigos clave.
Sería de una absurda ingenuidad pensar que los mineros exaltados, al grado de dar muerte a golpes a un ser humano indefenso, fueran a permitir que gente extraña estuviese en primera línea filmando el crimen que se estaba cometiendo.
Los que grabaron sabían muy bien lo que hacían, porque eso forma parte del guión de esta nueva conspiración, y una muestra de ello es que, en lugar de entregar estas pruebas a la justicia para acelerar las investigaciones, las “cuelgan” en las redes sociales con el artero propósito de decir que el gobierno no hizo lo necesario.
Los intentos golpistas contra Evo Morales han sido una constante desde que asumió el poder en 2006, y si no recordemos cómo tras la recuperación de los recursos naturales para beneficio de la población se gestó en 2008 la conspiración de la “media luna”, cuando los prefectos de Santa Cruz, Pando, Beni, así como Tarija, en el sur, pretendieron desconocer al gobierno y separarse del país.
En septiembre de 2008 el prefecto de Pando, Leopoldo Fernández, ordenó la masacre de un grupo de campesinos con la idea de culpar al presidente y pedir una intervención de Estados Unidos, pero la maniobra fracasó al comprobarse quiénes fueron los autores reales de la matanza.
En este contexto intervencionista se inscribe la supuesta rebelión indígena de 2011-2012 que provocó duros enfrentamientos, y que ahora de alguna manera se pretende reeditar con los cooperativistas mineros.
¿Y donde está la mano que escribe el guión de estas conspiraciones? Bien resguardada y segura en Washington, en alguna oficina que debe estar, sin duda, muy cerca del famoso Despacho Oval.