por Guillermo Alvarado
Una gran preocupación recorre el mundo entero tras declaraciones de funcionarios estadounidenses y algunos aliados suyos, que provocaron un aumento significativo de las tensiones con Rusia a propósito del conflicto armado impuesto en Siria por potencias occidentales, que ha causado graves daños humanos y materiales en la nación levantina.
El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguey Lavrov, afirmó que su gobierno ha practicado durante años una paciencia estratégica, pero en los últimos tiempos las acciones de Washington provocaron cambios fundamentales en las relaciones.
Si bien el meollo de la situación está centrado en la crisis en Siria, en realidad los pasos agresivos de Estados Unidos comenzaron mucho antes, denunció el funcionario.
Entre ellos figura, dijo Lavrov, el acercamiento de infraestructura militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la OTAN, a sus fronteras, el despliegue en esa región de armas pesadas estadounidenses, la instalación de defensa antimisiles en todo el segmento europeo y asiático, que afectan no sólo a Rusia, sino a sus aliados.
En este contexto se inscriben las sanciones impuestas por iniciativa de la Casa Blanca, que también son una manifestación de hostilidad.
Entre los últimos episodios de la escalada anti rusa está la histeria desatada por autoridades norteamericanas tras el despliegue por Moscú de un sistema antimisiles del tipo S-300 en la ciudad siria de Tartus, que tiene como objetivo defender la base naval instalada en esa urbe, así como los buques que navegan por las cercanías.
El ministerio ruso de Defensa recordó que el reciente ataque aéreo contra la embajada de ese país en Damasco no hizo sino confirmar la necesidad de contar con ese tipo de armas y señaló que Estados Unidos ha sembrado Europa de sistemas similares, sin dar ninguna explicación al respecto.
En este ambiente se inscriben declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Boris Johnson, quien insistió en acusar a Rusia del ataque contra un convoy humanitario de la ONU en las cercanías de la ciudad siria de Alepo el 20 de septiembre, a pesar de que se ha demostrado que no había en ese momento ningún aparato ruso en esa región, pero sí se detectó la presencia de un avión no tripulado tipo Predator norteamericano.
La cartera de Defensa calificó de “rusófobas” las declaraciones de Johnson, quien además tuvo la desfachatez de convocar a manifestaciones frente a la embajada de Moscó en Londres, lo que es una acción de claro corte intervencionista.
La presidenta del Senado ruso, Valentina Matviyenko, desestimó las amenazas de imponer sanciones a su país por su actuación en Siria, donde mantiene estrecha colaboración con el presidente legítimo de esa nación, Bachar al-Assad, y dijo que esas declaraciones forman parte de la agenda estadounidense.
Matviyenko se preguntó quién creó el grupo terrorista Estado Islámico, derrocó gobiernos legítimos y organizó revoluciones en Oriente Medio, en clara alusión a Estados Unidos y sus aliados occidentales, responsables del incendio que consume a esa región de nuestro planeta.
