Nueva puesta para la Paz entre gobierno de Colombia y las FARC-EP

بقلم: Maria Calvo
2016-11-07 11:02:25

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por Guillermo Alvarado

Delegaciones del gobierno del presidente Juan Manuel Santos y de las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, las FARC-EP, retomaron este fin de semana en La Habana las negociaciones para salvar el acuerdo de paz firmado el 26 de septiembre, pero derrotado pocos días después, el 2 de octubre, en un plebiscito convocado para que la población lo ratificara o lo rechazara.

El Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, y el jefe del equipo negociador de las fuerzas rebeldes, Iván Márquez, ratificaron el comienzo de las conversaciones en la capital de Cuba, donde analizarán unas 500 propuestas, aglutinadas en 57 ejes temáticos, destinadas a satisfacer las inquietudes de quienes se pronunciaron por el No en la consulta.

Santos exigió a todos los miembros de su equipo que no se levanten de la mesa hasta tener delineado un nuevo acuerdo, que posiblemente no sería sometido a un nuevo plebiscito, sino ratificado directamente por el organismo legislativo.

Luego del fracaso en las urnas el jefe de Estado colombiano inició una serie de reuniones con diversos sectores impulsores del No, incluido el partido Centro Democrático, del expresidente Álvaro Uribe, uno de los principales opositores a la paz en esa nación sudamericana.

Las propuestas se colectaron durante más de 60 sesiones de trabajo y todas serán analizadas de manera detallada con las FARC-EP, aseguró Santos.

De momento todo lo firmado entre el ejecutivo y los rebeldes está en un limbo jurídico, incluyendo temas espinosos como la concentración de los insurgentes en determinados campamentos, un paso previo a la dejación de las armas y su incorporación a la vida civil y política.

La comunidad internacional ha hecho numerosos llamados a que esta situación se resuelva lo más rápido posible para hallar un camino efectivo hacia la paz entre los dos protagonistas de un conflicto armado de más de medio siglo, que ha dejado cientos de miles de muertos y desaparecidos y millones de desplazados internos, la mayoría campesinos e indígenas.

El mismo Santos está apurado, pues el próximo 10 de diciembre debe recibir en Noruega el Premio Nobel de la Paz, un galardón que en opinión de muchos le fue entregado con precipitación, por un proceso que aún no había concluido.

Otras voces reclamaron la injusticia de premiar a uno solo de los firmantes del acuerdo y señalan que igual que el presidente, lo merecían las FARC-EP.

El caso es que en la capital cubana las delegaciones trabajan horas extras para lograr un nuevo pacto, en un esfuerzo donde deben primar la madurez política y la buena voluntad, para poner fin a este conflicto y dedicar los esfuerzos a otro diálogo no menos arduo y trabajoso, esta vez con el Ejército de Liberación Nacional.

El tiempo apremia y no para que el gobernante reciba su Nobel de la Paz tranquilo, sino para comenzar a reparar las heridas de una guerra tan prolongada, que ha causado graves fracturas en esa sociedad, que debe comenzar a transitar la vía de la reconciliación para construir un futuro mejor, más digno y más justo.



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