por Guillermo Alvarado

De manera inopinada el magnate inmobiliario y de los espectáculos Donald Trump, candidato del partido Republicano, se convirtió en el presidente número 45 de los Estados Unidos, luego de una truculenta campaña que dejó por los suelos el prestigio de ese país y demostró que la clase política carece de altura, principios y valores cuando de conquistar el poder se trata.

Para el partido Demócrata el golpe es demoledor, porque prácticamente lo perdieron todo, la Casa Blanca, la Cámara de Representantes y el Senado, lo que demuestra el desencanto de amplios sectores de la población por las promesas incumplidas, o apenas cumplidas a medias, de Barack Obama.

A partir de que se conoció el resultado de los comicios, ríos de tinta comienzan a correr por todo el mundo para tratar de explicar lo que hace apenas un par de semanas se preveía como muy improbable, pero que las veleidades de la política electorera estadodounidense convirtió en realidad.

Trump consiguió sumar a su favor el voto de la población conservadora blanca, protestante y anglosajona, la que se conoce como “wasp” por sus siglas en inglés, con un discurso cargado de xenofobia, sobre todo contra los latinos y los musulmanes, a los que amenazó simple y llanamente con expulsarlos del país.

No cabe la menor duda de que en la victoria del candidato republicano pesó más el disgusto con el sistema político, que la simpatía por este magnate de carácter ácido.

Sus diatribas en contra de los homosexuales, su notorio machismo y desprecio hacia las mujeres y sus actitudes brutales hacia los inmigrantes parecen haber movilizado a lo peor de esa sociedad, a lo que se deben sumar los errores de su contrincante, Hillary Clinton, que cayó en la trampa de las provocaciones y dedicó más tiempo a atacarlo que a mostrar las eventuales ventajas de su programa de trabajo.

A nivel internacional las primeras reacciones no se hicieron esperar y desde temprano este miércoles los mercados financieros de todo el mundo comenzaron a desplomarse ante la incertidumbre de lo que será la política económica del nuevo gobierno en la principal potencia del planeta.

En Japón la bolsa descendió en más del 5%, por lo que el ministro de Finanzas solicitó una reunión urgente del gobierno para analizar la situación. En México la moneda nacional, el peso, perdió once puntos, mientras el euro se disparó con relación al dólar estadounidense.

Para los mexicanos la situación es delicada, porque el ahora presidente electo del poderoso país vecino prometió de manera reiterada que va a ampliar el muro en la frontera común para contener el paso de indocumentados.

En el Oriente Medio también hay preocupación por la islamofobia de Trump durante su campaña, aunque en esa región este empresario tiene cuantiosas inversiones.

En todo caso habrá que esperar con prudencia cuales serán sus primeros pasos como presidente, que suele ser diferente a lo que se anuncia como candidato en medio de una campaña ríspida y despiadada. Como dice aquel refrán popular, una cosa es con guitarra, y otra con violín.