Por: Roberto Morejón
La zozobra envuelve al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, porque su agenda política y económica se dibuja amenazante y difusa, al esbozarla de forma fragmentada durante la campaña proselitista.
Los analistas conjeturan sobre un pensamiento anárquico, egocéntrico, y el febril realce del llamado sueño americano, capaz de calar en trabajadores blancos poco adiestrados.
Con sus banderas contra el establishment, el magnate se comunicó con los descontentos ante el cierre de empleos por el traslado de fábricas a otros países, como parte de los neoliberales tratados de libre comercio.
Si bien existen dudas sobre su conducta, los analistas vaticinan que el Presidente electo insistirá en la independencia energética y elevará la producción doméstica de combustibles fósiles.
Con alarma, muchos recuerdan que Trump es contrario al acuerdo global para la lucha contra el cambio climático y debe disminuir ayudas a empresas de energías alternativas.
Fuentes europeas alertaron sobre los afanes del ganador en las elecciones de Estados Unidos por aumentar el proteccionismo comercial y el consiguiente efecto en países dependientes de las exportaciones.
Trump apostaría por un retroceso de la globalización económica neoliberal, repudiada por millones de personas, al considerarse amenazadas y aspirar a trabajos mejor remunerados.
El acaudalado empresario también amenazó con revisar los acuerdos comerciales de Estados Unidos con China, por lo que se acentuarían las discrepancias.
Incluso habló de aplicar un gravamen de 35% en la frontera para los automóviles fabricados en México y forzar así a los monopolios estadounidenses a ensamblar los vehículos en territorio de la Unión.
La medida traería graves secuelas económicas para el país latinoamericano.
Desde otro ángulo se perfilan los favorecidos. Los directivos de la industria militar estadounidense exhiben euforia, pues el magnate mencionó revertir los recortes automáticos de los gastos de defensa.
Los empresarios de la rama sanitaria aplauden ante el presagiado desmantelamiento de las regulaciones de precios y la ulterior rebaja de las pérdidas ocasionadas a las aseguradoras por la reforma sanitaria del presidente Barack Obama.
Con más sombras que certezas, la especulación reina acerca de los factibles pasos en economía del Primer Mandatario electo, aunque algunos se consuelan porque esperan beneficios.
Pero debe escucharse a quienes apuestan porque Trump será más comedido que en la campaña electoral por su inexperiencia y necesidad de confiar en sus asesores.
Ellos deberán alertarlo de que podría estremecer la economía mundial, aún frágil tras ocho años del estallido de la mayor crisis desde la Gran Depresión. FIN