Por Iris Armas Padrino
Desde enero de 1959 la salud, junto a la educación, ha sido una de las prioridades de la Revolución Cubana, gracias a la decisión del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz de solucionar los problemas existentes en el país, denunciados con valentía en el Programa del Moncada, en su histórico alegato La Historia me absolverá.
Baste recordar las grandes desigualdades y agudos contrastes en que vivía Cuba antes del triunfo revolucionario, tétrica situación solo era salvable con las medidas propuestas por Fidel en el histórico documento, que a 63 años de su promulgación, son realidad irreversible y ejemplo de verdadera justicia social.
En aquella época la esperanza de vida al nacer era de 60 años y entre las principales causas de muerte figuraban las enfermedades diarreicas y la tuberculosis, mientras la mortalidad infantil superaba los 60 por cada mil nacidos vivos, por citar algunos ejemplos.
Actualmente la expectativa de vida es de casi 80 años de edad y por octavo año consecutivo la tasa de mortalidad infantil está por debajo de cinco por cada mil nacidos vivos, indicador que ratifica a Cuba entre las primeras 20 naciones del mundo y al frente de la región de las Américas.
Ello es muestra de los diversos aportes e ideas del “salubrista mayor”, campo en el cual Fidel deja legados como su transparencia en la información clara, veraz y oportuna para no darle espacio al enemigo, tal cual lo ejemplificó cuando la epidemia de dengue hemorrágico de 1983, al ser él mismo quien daba los partes diarios de los enfermos y fallecidos, refiere la Sociedad Cubana de Historia de la Medicina.
También, su extraordinaria sensibilidad humana, como lo recordamos inclinado hacia la cama de uno de los niños enfermos, con el dolor reflejado en su rostro, expresión de que sabía ponerse en el lugar del otro.
Destacan, además, su sentido de responsabilidad con las consecuencias inmediatas y mediatas de los actos, al asumir la necesidad de crear a tiempo las Unidades de Cuidados Intensivos Pediátricos para salvar la mayor cantidad de vidas posibles.
Destaca su solidaridad, al ofrecer siempre la ayuda cubana ante cualquier situación de desastre natural, en la lucha por la independencia nacional de otros pueblos y en el reforzamiento de los servicios de salud o la educación de las naciones del tercer mundo.
Por estas y otras disímiles contribuciones, la Sociedad Cubana de Historia de la Medicina agradece eternamente a Fidel, y lo tiene entre las grandes personalidades que han realizado colosales aportes a la salud pública cubana.
(Tomado de la ACN)