por María Josefina Arce
Hace 37 años en la ONU exhortaba el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, “¡Basta ya de palabras! ¡Hacen falta hechos! ¡Basta ya de abstracciones, hacen falta acciones concretas!... Y acciones concretas, bajo su liderazgo, desarrollaría Cuba para contribuir a erradicar un mal que aún hoy en pleno siglo 21 sigue afectando a la humanidad: el analfabetismo. .
Tomando la experiencia de lo que fue en 1961 la gran epopeya histórica de la Campaña de Alfabetización en Cuba y por iniciativa de Fidel nacería el método cubano de alfabetización Yo sí puedo, que hasta la fecha ha posibilitado que diez millones de personas de todo el mundo hayan aprendido a leer y escribir.
En más de 30 naciones se ha puesto en práctica este programa que ha llegado a lugares tan distantes como Australia y Nueva Zelanda, donde se ha impartido a las comunidades aborígenes.
Países como Venezuela, Bolivia y Nicaragua y el estado mexicano de Michoacán lograron reducir los índices hasta menos de un 4 %, cifra que permitió fueran declarados Territorios libres de analfabetismo por la UNESCO, Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Premios como el Mestre 68, otorgado en España por varias instituciones, y el Rey Sejong, que entrega la UNESCO, son algunas de las distinciones que ha recibido este novedoso método que se ha puesto en práctica incluso en regiones de países más desarrollados como Canadá y España, donde en las zonas rurales sumaban más de 400 los iletrados.
Los diversos estratos de la sociedad se han beneficiado con este proyecto, que tuvo su bautismo de fuego en el 2001 en Haití, donde en aquellos entonces la mitad de la población era analfabeta. Más de 100 000 personas fueron alfabetizadas en la nación caribeña con el método desplegado a través de la radio.
Desde el nacimiento de “Yo sí puedo” y su correspondiente aplicación, múltiples y disímiles han sido las experiencias como en la ciudad argentina de Rosario, donde se llegó a introducir en un centro penitenciario de la urbe, con el interés de lograr la futura reinserción social de un número de prisioneros.
Con un mínimo de tiempo y recursos y el apoyo de un facilitador, este método ha posibilitado a los más pobres aprender a leer y escribir, con el fin de mejorar su calidad de vida.
En correspondencia con las necesidades de cada país, el programa ha sido contextualizado y traducido a varios idiomas como el inglés, francés, portugués, y también a lenguas indígenas como creole y quechua.
Su implementación tuvo un beneficio colateral, pues mostró que había personas que no podían leer y escribir porque tenían problemas de la vista. Entonces comenzó la Operación Milagro para devolver la visión a esas personas y que no fuera una limitante para aprender.
Para muchos en el mundo aprender a leer y escribir ha sido una experiencia inigualable y hoy se sienten agradecidos a la revolución cubana y a su máximo líder Fidel Castro, quien consciente de que la alfabetización forma parte de las bases fundamentales del desarrollo, fue el promotor del método Yo sí puedo para luchar contra la ignorancia.
Irina Bokova, directora general de la UNESCO, afirmó que Fidel Castro quedará en nuestra memoria como una gran figura del mundo contemporáneo y un símbolo de solidaridad. En su mensaje de condolencia, resaltó que con su desaparición física Cuba y el mundo pierden a un defensor incansable de los desheredados y de la educación como factor clave en el crecimiento cultural, social y humano de los pueblos.