El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, nombró para liderar la EPA, Agencia de Protección Ambiental, al fiscal general del estado de Oklahoma, Scott Pruitt, un escéptico del cambio climático,

El nombramiento, que debe ser confirmado por el Congreso, parece una burla, aseguran muchos, pues durante años Pruitt ha criticado la agencia al frente de la cual ha sido designado.

Es conocido, recuerda la prensa, que en 2014 Pruitt se alió con los fiscales de otros estados para combatir normas ambientales, lo que se concretó en una demanda de 28 estados en contra de esas regulaciones.

Al mismo tiempo trabajó con algunas de las compañías de petróleo y gas para intentar revertir gran parte de las normas creadas por el gobierno federal sobre contaminación del aire y del agua, así como sobre especies animales en peligro.

En opinión de Ken Cook, jefe del Grupo de Trabajo Ambiental, una organización NO gubernamental con sede en Washington, "Es seguro asumir que Pruitt podría ser el administrador más hostil de la EPA hacia el aire limpio y el agua potable en la historia".

Pero en realidad no sorprende la decisión de Trump, si tenemos en cuenta que durante meses negó la realidad del cambio climático y llegó a decir en las redes sociales que se trataba de un "engaño de los chinos".

Recordemos además que durante su campaña electoral, se mostró también partidario de "cancelar" la participación de Estados Unidos, uno de los mayores contaminantes del planeta, en el Acuerdo de París, que busca frenar el calentamiento global.

Asimismo, aseguró que "retiraría" todos los fondos de Estados Unidos para la Organización de Naciones Unidas que tengan que ver con el cambio climático.

La actitud de Trump ha despertado la inquietud de muchos. Los miembros de la Academia Nacional de Ciencias en una carta abierta al electo presidente advirtieron que: “El cambio climático causado por los humanos no es una creencia, un engaño o una conspiración. Es una realidad física”.

Y añadieron que “las consecuencias de la exclusión voluntaria de la comunidad internacional serían graves y de larga duración, para el clima de nuestro planeta y para la credibilidad internacional de Estados Unidos”.

Trump por demás, se erige en salvador de la industria del carbón y promete renovar la solicitud de permiso del polémico oleoducto Keystone, vetado por el presidente Barack Obama, por su impacto ambiental.

De acuerdo con el Departamento de Estado, la extracción de petróleo de los yacimientos de arenas bituminosas de Canadá produce alrededor de 17% más de gases de efecto invernadero que la extracción convencional del crudo.

Pero el presidente electo parece apostar más por las ganancias que por proteger el entorno. Por supuesto, habrá que esperar al 20 de enero cuando asuma su cargo y ver si comprende que el cambio climático es una realidad sobre la que viene alertando hace años la comunidad científica y adopta una posición más realista.

Por demás, los expertos opinan que serán difíciles de revertir las regulaciones ambientalistas que llevan más tiempo vigentes, aprobadas en su mayoría durante los dos mandatos de cuatro años del presidente Barack Obama.