por Nicanor León Cotayo
El multimillonario que compró ese cargo pagándolo de su propio bolsillo acaba de solicitar seis millones de dólares para “combatir el terrorismo”.
Se trata del gobernador de la Florida, Rick Scott, quien este miércoles formuló su pedido en la ciudad de Orlando, ubicada en el centro del estado.
De acuerdo a un cable de EFE, argumentó su reclamo al Parlamento estadual con el pretexto de reforzar la lucha antiterrorista.
Pocos han olvidado que cuando Scott aspiró a desempeñar esa responsabilidad fue respaldado por el neonazi Tea Party.
Gracias a su apoyo, en primer lugar, entre otros, ganó las elecciones y retiene el cargo desde el año 2011.
Ahora solicita a los legisladores floridanos del estado que incluyan en los presupuestos generales de 2017 la cifra de dinero antes referida.
¿En qué desea invertirlo? Una gran parte en aumentar la cantidad de agentes dedicados a tareas de contra-terrorismo.
El otoño pasado, un funcionario que se especializa en la aplicación de leyes, Rick Swearing, recomendó contratar 46 nuevos agentes para vigorizar la lucha antiterrorista.
Lo sopesarán desde marzo legisladores del estado floridano durante su período anual de sesiones parlamentarias.
La petición de Swearing fue avalada por el gobernador Scott, con el argumento de que necesitan expertos dedicados completamente a “identificar a estos terroristas y pararlos".
Resulta curioso abordar con tanta vehemencia este asunto por las máximas autoridades de la Florida y en particular por su gobernador, el señor Rick Scott.
Baste recordar que allí está la ciudad de Miami, célebre cuna desde 1959 de numerosas bandas terroristas de origen cubano.
Y no siempre clandestinas, pues varios quienes ejecutaron sus fechorías contra la nación caribeña, más tarde llegaron a narrarlas en ruedas de prensa organizadas en Miami.
Pero aún más asombroso fue la organización en su territorio de sonados homenajes a terroristas tan conocidos como Luis Posada Carriles y Orlando Bosch Avila, responsables, entre otras vilezas, de la voladura en pleno vuelo de un avión comercial de la isla donde viajaban 73 personas.
Uno de ellos, Posada Carriles, llegó a escribir un libro, “Los caminos del guerrero”, donde explicó en detalles sus actos criminales.
No en balde, hasta el Gobierno de Estados Unidos les expulsó de su territorio por constituir una amenaza para la sociedad, aunque luego los protegió.
Y cuando cinco jóvenes patriotas cubanos se infiltraron en esos grupos terroristas radicados en Miami, para prever y frenar sus andanzas, fueron brutalmente detenidos y algunos de ellos sancionados a más de una cadena perpetua.
¿Movió acaso el gobernador del Tea Party, Rick Scott, un solo dedo contra los terroristas que desde Miami cubrieron de fango las mejores tradiciones de la democracia estadounidense?
Ni un solo dedo.