por Nicanor León Cotayo
Sus primeras medidas confirman lo advertido, entre otras posibilidades, a su ferviente inclinación nacionalista y proteccionista.
En sintonía con eso, este lunes el presidente, Donald Trump, sacó a Estados Unidos del acuerdo comercial Transpacífico.
Además llamado por sus siglas TPP, lo había suscrito Barack Obama “para integrar la mayor zona de libre comercio del mundo”.
Expertos recuerdan que la concibieron teóricamente de contrapeso a la creciente influencia de China.
En 2015 lo firmaron 12 países de la región Asia-Pacífico, pero sin entrar en vigor.
Durante su campaña electoral, Trump llegó a valorarlo de “terrible” para los trabajadores de Estados Unidos.
Ahora, mientras firmaba este lunes la Orden Ejecutiva contra ese acuerdo en el Salón Oval de la Casa Blanca, dijo a periodistas:
“Lo que acabamos de hacer es una gran cosa para los trabajadores estadounidenses”.
Observadores apuntan que el TPP fue firmado por 12 países, equivalentes a casi el 40 por ciento de la economía mundial:
Australia, Brunei, Canadá, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, Méjico, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.
Paralelamente, órganos de prensa notificaron que Trump haría muchos recortes a impuestos de empresas y su clase media.
La pasada administración Obama apreció en alto grado al TPP. ¿Motivo?, por incluir normas de su provecho.
Casi al mismo tiempo, Trump firmó una orden ejecutiva que inicia el desmontaje del plan de salud de Obama, la Ley de Cuidado de Salud Asequible (el Obamacare).
Organizaciones no gubernamentales lo cuestionan alegando que tiene reglas muy oscuras para los trabajadores y el medio ambiente.
Otros llegan a decir que “viola normas soberanas de países miembros e incluso, restringe el acceso a medicamentos.
A continuación, un influyente senador ultraderechista, y ex candidato presidencial republicano, John McCain, afirmó en un comunicado que sacar a Estados Unidos del TPP fue “un error grave”.
Explicó su criterio añadiendo que tendrá consecuencias duraderas” para la economía estadounidense y su posición estratégica en Asia-Pacífico.
Semanas antes, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, había opinado que, sin Washington, “el TPP no tendría sentido”.
Junto a ello circuló una versión que apuntó a fortalecer aún más vaticinios sobre el posible rumbo del nuevo mandatario.
¿Qué decía? Trump se dispone a firmar otra orden para iniciar la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) firmado 20 años atrás con Canadá y Méjico, algo finalmente dejado pendiente.
No obstante, horas después se conoció durante un acto en la Casa Blanca que Trump mantiene su intención de iniciar en breve la citada renegociación del TLCAN con el mandatario azteca, a quien recibirá el próximo día 31.
Debe hacer lo mismo en breve con el primer ministro de Canadá, con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.
Sin embargo, la nota más preocupante de la virtual inauguración de su mandato tuvo lugar con relación a su actitud frente a los medios “disidentes”.
Un cable de la agencia británica Reuters informó este domingo que la Casa Blanca promete enfrentar “con uñas y dientes” a los medios por su cobertura sobre Trump.
Durante sus primeras horas en la mansión ejecutiva, el nuevo presidente declaró que tenía una “guerra continua” hacia los medios."
También acusó a periodistas de subestimar el número de personas que asistieron el viernes a la ceremonia de toma de posesión.
Esto último, debido a que, cuando mostraron en imágenes la asistencia a lo sucedido, reflejaron un espectáculo muy inferior al divulgado en predios oficiales.
A manera de inauguración de la “guerra” que se aproxima al respecto, el jefe del nuevo gabinete, Reince Priebus, afirmó al programa Fox News Sunday:
"La cuestión no es el tamaño del público. La cuestión son los ataques y el intento de deslegitimar a este presidente desde el primer día. Y no vamos a tolerarlo".
He ahí el inicio, también a manera de sabia advertencia, de la administración que preside Donald Trump.